La fortaleza es una virtud, la prudencia es otra
virtud. Las personas pueden pecar de falta de las dos virtudes, los gobiernos de
las naciones también.
Hoy nos hemos enterado de que 30 millones de euros del
presupuesto de España, este año, iban destinados a ser entregados a Marruecos
para combatir la inmigración.
Poner semejante cantidad de dinero en manos de un rey
que ha usado la inmigración como arma contra España es una locura. Ya es un
sinsentido dar esa cantidad a un rey tan corrupto como él que ha hecho de la perversión
moral su modo de vida. ¿Va a usar ese dinero mínimamente bien el que se queda
con el dinero de su Pueblo y lo gasta en el extranjero con un lujo desenfrenado,
sin ningún pudor, abiertamente, sin ocultarse? Solo un necio pensaría tal cosa.
Ya por razón de la corrupción máxima del que va a
gastar ese dinero no se le puede entregar esa fortuna. Pero si encima él usa la
inmigración contra nosotros, y lo hace repetidamente, solo alguien muy tonto
haría semejante cosa.
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Las virtudes valen para las personas y para los gobiernos.
Me pregunto si nuestro presidente conculca las leyes de Dios, si desprecia a
los católicos, si es necio y débil; me pregunto, incluso, si es oportunista. Lanzo
la pregunta moral, no doy una respuesta.
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Hasta ahora no había dicho ni una sola palabra sobre
nuestro presidente Sánchez, ni una palabra. Pero el despilfarro de otros 30
millones de euros (entre tantos despilfarros) me parece de tal inmoralidad que
no puedo evitar lanzar ciertas preguntas para que las conteste la gente. Y es
que ese dinero también sale de los bolsillos de gente pobre, por vía de
impuestos indirectos, cuando compra el pan, paga la electricidad o compra una
bolsa de patatas.
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Si no me enfado por 30 millones de euros arrebatados
de los bolsillos de los pobres, es que soy de piedra. Ay, si solo fuera esa
cantidad. La cantidad de dinero tirada por el desagüe para “fines políticos” es
una inmoralidad y no son precisamente 30 millones. Los ejemplos son muchos, pero
no voy a dar una tediosa lista. La cantidad de dinero no tirada por el desagüe,
pero sí inadecuadametne gastada (a sabiendas) es mucho mayor. De esta manera,
Suecia es Suecia, o Dinamarca es Dinamarca, y España es España.
Lo siento por España, por México, por El Salvador, por
tantos pueblos gobernados por una industria de la política preocupada por sus
propios intereses.