Tengo un conocido, joven, que era un
chico normal hace siete años. Había tenido una bonita conversión y comenzó a ir
a misa los domingos y a rezar el rosario diario. Su ánimo era alegre y la
conversación con él era agradable.
Tras varios años así, comenzó a leer
una web católica de información religiosa. Lentamente comenzó a tener aversión
al papa, una aversión inculcada. El siguiente paso fue creer todo tipo de
conjuras vaticanas. El papa no solo era malo, sino un hombre perverso con
planes secretos.
Por supuesto que esta mancha negra
se extendió a los cardenales. Un año después a todo el Vaticano. Lentamente, el
entero episcopado estaba infiltrado.
Con esta mentalidad acabó viendo las
mismas sociedades secretas, conjuras y planes mundiales en todos los gobiernos
de la tierra. Hoy día este joven ya solo atiende a los vídeos y webs que le
confirman en sus inamovibles esquemas mentales. El resto de medios de
comunicación o están vendidos o están manipulados de buena fe. No importa una
información concreta del Washington Post o del New York Times que contradiga una
afirmación de un joven de veinticuatro años que desde su casa junta los
elementos en una alucinante novela. No importa que un periodista de la BBC
muestre imágenes de lo que está viendo en una ciudad, otro jovenzuelo desde Colombia
asegura que todo es falso y que Putin es el gran adalid contra el Nuevo Orden.
Claro que una semana después otro joven sin carrera universitaria, sin trabajo,
sin nada que hacer más estar todo el día viendo vídeos, asegura ahora que en
realidad Putin es un colaborador del Gran Reinicio. En este mundo de delirios
un héroe puede convertirse en un colaborador en menos de una semana.
Este laberinto de lianas puede ser
imposible de sacar de una cabeza y afecta a toda la forma de ver la sociedad y
el mundo. También a la Iglesia y claro a la forma de vivir la fe en comunidad.
Con él lo he intentado de todas las maneras posibles, pero ya me doy por
vencido. Lo he intentado en los últimos tres años, pero no he logrado hacer ni
la más leve grieta en la acerada maraña de “novelas” que tiene en su cabeza.
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No creo para nada ni en el Gran Reinicio
ni en conspiraciones mundiales de sociedades secretas.
Ahora bien, la democracia por fuerte
que sea siempre puede caer en manos de personajes como Putin en versión
española, francesa, italiana u holandesa. Algún país europeo puede caer en
manos de una mayoría tan abrumadora en el parlamento que se convierta en un
nuevo fascismo, por supuesto que ese nuevo fascismo será antifascista.
Ahora mismo no hay ningún Nuevo Orden.
Sí que es cierto que en las democracias occidentales se van imponiendo una
serie de nuevos valores, de nuevos esquemas mentales. De todo este magma, en el
futuro, seguro que surge una nueva síntesis que podría combinarse con algún
tipo de autoritarismo. Es más, antes o después, seguro que acaba sucediendo. El
Poder siempre acaba encontrando una ideología que justifique su perpetuación.
Me admira que haya países en Europa
que, ni siquiera sobre el papel de la constitución, reconozcan la división
entre poder del parlamento y poder legislativo. Pero incluso en los países que
sí que lo tienen, ante un partido que gobernara con el 70% de los escaños del
parlamento la capacidad de resistencia de las instituciones será muy limitada.
Ahora mismo veo una recesión
profunda y larga como el mayor factor de peligro para caer en manos de
populismos. Y en el pasado Hispanoamérica nos ha dado ejemplos, con el
bolivarianismo, de que el populismo puede ser internacionalista. Vamos a ver
cómo evoluciona el mundo en los próximos diez años.