Vamos camino de una
recesión épica. Este cambio de ciclo es totalmente distinto de los previos. En
los anteriores la recesión era el resultado de un reajuste ante el recalentamiento de la economía. Mientras que esta
recesión proviene de una serie de desajustes estructurales,
permanentes y de casi imposible reversibilidad. Las recesiones previas provenían
de desajustes monetarios. La actual proviene
de desajustes del mismo sistema productivo de
la economía.
En las anteriores recesiones
las soluciones podían ser duras, pero eran fáciles.
Se sabía lo que había que hacer. En esta actual la rigidez del sistema
internacional y nacional no permiten abordar
ninguna medida que vaya al meollo del asunto, solo alivios. La solución debería
ser internacional y tomada de común acuerdo, en cualquier caso desborda a una
nación.
La recesión comienza con
tres factores subyacentes:
—desindustrialización
de Europa y Estados Unidos
—encarecimiento
del petróleo más allá de la tasa de rentabilidad del sistema productivo.
—altas
tasas de paro permanente y sin visos de solución en marcos laborales rígidos y
politizados
¡Rerum Novarum, Rerum
Novarum!, es el camino de la solución. O nos sentamos todos juntos, con
China, a diseñar un marco justo de producción y de comercio de esa producción,
o la guerra económica que se puede suscitar para tratar de arreglar los
desajustes actuales pueden ser mucho más destructivos que la misma guerra de
Ucrania.
Esta recesión no es como
las anteriores, más bien se asemeja a un invierno que solo está comenzando y que
no sabemos cuánto va a durar.