En el apéndice de mi
novela sobre san Pablo, planteo la cuestión de la distancia cultural, teológica
y hasta genética del actual pueblo judío con respecto a los judíos del
mediterráneo del siglo I.
Cuando uno ve a los
jasidim, uno puede estar seguro de que visten de manera radicalmente distinta a
la de los hebreos palestinenses, sus tradiciones son distintas, su lengua yidish,
los libros no sagrados que leen como base de su tradición, etc. etc.
Es cierto, esa diferencia
existe. ¿En qué se parece un celta de la época de Julio César a un parisino del
siglo XXI? Los genes de las tribus aquitanas del siglo I han podido continuar
(mezclados) hasta hoy, pero todo es distinto. ¿Es así en el caso judío? La
respuesta es no.
Veo al pueblo judío y veo
la continuidad. La continuidad de un pueblo reunido en torno a la Torá. Casi todo
lo demás ha cambiado. Los judíos jasídicos más sencillos se sorprenderían al saber
que muchas de las tradiciones judías que siguen son tradiciones europeas de los
últimos cinco siglos antes de que se petrificaran en el siglo XVIII en Ucrania
y Bielorrusia.
Pero sí, veo continuidad.
Es el mismo pueblo. Claro que mi novela será una defensa de los judíos
liberales actuales. Esa visión liberal, flexible, razonable, ya existía en el
siglo I. El verdadero judío no es el jasídico. El pueblo judío, en el siglo I,
era el conjunto que formaba la suma de todas las mentalidades y escuelas,
algunas muy liberales. Lo mismo sucede hoy. Un judío liberal no debe sentirse
avergonzado. La Torá es la regla, no la suma de cientos, miles, de aditamentos.
Un judío liberal que no lleva la kipá y viste como el resto de los conciudadanos
no es una traición. Así eran también sus ancestros antes de la destrucción de Jerusalén.
Pero también había escuelas entonces que coinciden (en la mentalidad) con lo
que hoy serían los jasídicos. Y por eso también ellos tienen su lugar, con todo
derecho, en el universo judaico actual.
¿No dejamos de ver
ciertas concomitancias con el desarrollo del cristianismo en todas sus ramas?
También, hoy día, hay una cierta “cátedra de Moisés”. En la Iglesia, desde
luego, existe una cathedra Petri.
En fin, os pongo este
precioso vídeo:
Post data:
Nunca he asistido a una cena de sabat. Me haría mucha ilusión asistir a una con
una familia judía. Espero que algún día sea invitado.