Uno de mis más sabios
lectores, al revisar mi original sobre san Pablo, me mostraba su extrañeza de
que, en mi novela, en el año 35, los cristianos fueran unos 6000 en todo el Orbe. Le he contestado lo siguiente:
“Te doy toda la razón: disminuir
los números de cristianos da sensación de mayor rigor en los artículos de los
historiadores. También te doy la razón en que los milagros debieron atraer a
muchísimos a la fe.
Tal como veo las cosas, las cifras,
como mucho, no debieron ser más de unos 9 000
cristianos. Pero eso solo en el mejor de los casos.
Todos los textos neotestamentarios
muestran unas cifras muy pequeñas. De lo contrario, hubiera quedado algún rastro
o algún indicio organizativo o logístico.
Los relatos posteriores de Hechos
dan la sensación de que después de esos hechos que refieres hubo una reacción de la sinagoga y el número avanzó con extrema
lentitud. Las cartas, de nuevo, nos dan esa misma sensación. Cuando aparecen
números, son mínimos. Y no hay ninguna referencia a algo numeroso, ni siquiera
una. Fíjate si eran pocos que en Roma no había cristianos en los primeros cinco
años. Tal vez una docena se consideraran cristianos, hasta cierto punto, por
haber visto los milagros de Jesús en Palestina.
No podían ser muchos porque cuando
van a grandes ciudades de la costa asiática con comunidades judías, siempre tienen que empezar de cero.
En Alejandría y en todo el Delta
qué pocos debían ser (si es que había) que cuando el concilio ni se hace mención de ellos y sí de grupos en otros
lugares.
En la época de Constantino, en las ciudades,
la mayoría de la población seguía siendo pagana.
Sobre eso, hay estudios mejores, más seguros. Ya era mucho si la población cristiana
había llegado a ser una quinta parte de la
población de las grandes ciudades. En el campo, toda seguía siendo pagana.