Hoy he
escrito el martirio de san Pablo en mi novela. Dejé la última parte para el
final. Durante varios días, he estado buscando algún artículo sobre lugares de
ejecución romana, o si existía algún tipo de protocolo legal en el momento del
cumplimiento de la sentencia. No he encontrado nada.
La tradición
dice que murió en Aquae Salviae (Tre Fontane), a las afueras de Roma. ¿Por qué
allí? En la Urbe las muertes eran un espectáculo. ¿Por qué hacerlo en el campo?
¿Por qué llevárselo a tres cuartos de hora de distancia de las murallas?
En principio,
voy a acabar la novela justo en el momento de la decapitación, sin añadir nada
más.
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Una novela es como un retrato. La fotografía de arriba me fascina. Ya me gustaría a mi libro darle los colores, los tonos, el ambiente de esa foto. Pero no, no creo haber conseguido un resultado tan magistral como esa imagen.
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Para deleite
de vuestros oídos, os pongo la Suite nº 1 (BWV 1066). Es música tan llena de
elegante dignidad, una música que habla de la alegría y la esperanza de un modo
que sencillamente es inconcebible para la inmensa mayoría de los divos de los
dieciochoañeros. Y a esos cantantes les es inconcebible porque su vida produce
lo que oímos, y la vida de Bach produce esto que vais a oír: alegría y esperanza
en una vida centrada en Cristo.