El día 1 de
enero, me sentí tentado a escribir sobre el tema que lo voy a hacer ahora: lo
bonito que sería que hubiera una ceremonia religiosa especial en el Vaticano de
entrada al nuevo año. No una misa o una exposición del Santísimo, sino una ceremonia
específica. Un ritual especial para un momento especial.
Como lo del
Vaticano no creo que sea para pronto, también se podría hacer en cualquier
catedral. Paso a explicar cómo lo haría yo. Estos serían los pasos:
Celebración
civil: En una plaza cercana a la catedral, se reúne la gente para esperar
el nuevo año. Se puede proyectar sobre una pared del mismo templo un reloj
digital. Allí tendría lugar el regocijo natural de la cuenta atrás. Felicitaciones,
alegría y todo lo que lleva aparejado un momento feliz como ese.
Procesión: Después de dejar unos cinco minutos para la expansión y la
alegría. Partiría la procesión hacia la catedral. El obispo podrá delegar la
presidencia. Detrás de la cruz procesional, sería bueno que hubiera siete
ostiarios. Laicos que hubieran recibido esta orden menor. El obispo y los
sacerdotes más ancianos (símbolos del paso del tiempo) irán revestidos con capa
pluvial, otros con alba, otros con sotana y roquete.
Puerta
Santa: En la construcción de las nuevas catedrales, se podría tener en
cuenta el hacer una puerta para los años santos. El obispo al llegar, se
signará. Un acólito vendrá con un ritual de gran tamaño con letras grandes. El obispo,
con los brazos extendidos, hará una oración que simbolice que Dios les abre una
nueva puerta, la puerta de un nuevo año. Que atravesar esa puerta de la
catedral simboliza que atraviesan el umbral de un nuevo año y que eso es un
don.
Acto seguido,
aspergerá el umbral de la puerta para simbolizar que quiere purificar los
primeros pasos en ese nuevo espacio de tiempo. El espacio como símbolo del
tiempo. Después puede incluso, ungir con crisma los dos capiteles de la puerta.
Capiteles que representará uno el paso del tiempo a los ojos de Dios Padre
desde la creación de la humanidad. El otro representará el tiempo de la Iglesia
ante el Espíritu Santo. Son dos ejemplos de lo que se puede hacer, como es
lógico. Se ungen para simbolizar que se consagra ese tiempo al Señor. Sería bueno
que se tratara de dos capiteles que permitieran que Jesús o María fuesen
besados por los que entrasen, para expresar con ese gesto
Ungidos los
dos capiteles con siete cruces, símbolo de la semana. El obispo llamará con un
martillo ceremonial a la puerta. Tres veces dará tres golpes. La barra de detrás
se habrá quitado (desde dentro) y los ostiarios tirarán de las argollas de la puerta
hacia afuera para abrirla.
Procesión interna: Los eclesiásticos penetrarán rezando el Te Deum en acción de
gracias por darles más tiempo de vida. Se habrá colocado una imagen de la
Virgen María con el Niño, porque el 1 de enero se celebra a María, Madre de
Dios.
Mientras se
acaba el canto del Te Deum, el obispo inciensa la imagen. En los dos capitales
de afuera, están las dos Divinas Personas. En la estatua de dentro, está la
Segunda Persona.
Final de la
ceremonia: Acabada la incensación, el obispo besa el
pie de la Virgen y coloca las manos sobre una piedra con una inscripción sacada
de las Escrituras. Simboliza este gesto que coloca el nuevo año a los pies de
la Virgen María. Los sacerdotes pasan en fila para besar los pies de la imagen.
Después, el
obispo hace una oración final y da la bendición. La procesión de eclesiásticos
se retira. Los fieles pueden pasar a poner el nuevo año a los pies de María.
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La puerta quedará
abierta hasta el final del tiempo litúrgico de Navidad. Así todos los católicos
de la ciudad y de la diócesis que lo deseen podrán hacer el gesto simbólico de
consagrar el nuevo año a Dios con esa pequeña peregrinación a la catedral.
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