lunes, octubre 24, 2011

FORTEARIUS: el placer de las imágenes

Ésta foto es de este verano. Estoy en Colombia dedicando un libro.

Me marcho a dar mi paseo al Vaticano. Hoy no han puesto salchichas. Nos ha visitado un obispo de Brasil, un santo varón. Es de esas personas cuya bondad se les nota en el rostro, en la voz, en todos y cada uno de sus gestos. Eso sí, la cruz pectoral que llevaba era de pésimo gusto.

Me han visitado también una madre y una hija polacas de Madrid que estaban de visita por Roma.

El mensaje de hoy es en imágenes, aquí está, como siempre, Fortearius:


No devoréis las imágenes, recreaos en ellas. Deteneos en ver la infinidad de sus detalles.

martes, septiembre 06, 2011

Papas y faraones: recuento de coincidencias




Hace años me sorprendió la semejanza entre los faraones y los Papas. Voy a dedicar varios post a analizar estas semejanzas. Después daré mi explicación del por qué de esas similitudes.


Quiero añadir que sobre este asunto no hay nada escrito. Lo que os voy a ofrecer, es el resultado de varios años de ir recogiendo información y reflexionando sobre el tema.

Los faraones eran embalsamados. Los Papas también. De hecho en la cripta de una basílica de Roma, la que está frente a la Fontana di Trevi, desde hace siglos, se guardan en ánforas las entrañas de los Romanos Pontífices.



Los Papas y los Reyes eran portados en sillas gestatorias. Uno de los símbolos que acompañaban a los faraones eran siervos con grandes abanicos de plumas de avestruz. Esos mismos abanicos, llamados flabelos, vuelven a aparecer con los Papas como insignia pontificia. La silla gestatoria, los flabelos y la tiara de los Papas, ciertamente ofrecen semejanzas entre los faraones y los Papas.



A eso se añade el que los faraones eran enterrados en tres cajas, como los Papas. Uno de los símbolos del faraón era el cayado, el cual se parece, ciertamente, a un báculo de obispo. El otro símbolo era el látigo, pero un látigo pequeño, parecido a las disciplinas que tantas órdenes religiosas llevan usando desde hace siglos.


En Egipto el faraón era sacerdote y rey, como los Papas. En Egipto, el Ankh era el símbolo de la vida. Curiosamente ese símbolo es prácticamente una cruz. El otro gran símbolo omnipresente en Egipto era el escarabajo. En el cristianismo, el fundamento por excelencia de nuestra fe es la Resurrección.



La semejanza entre faraones y papas: es como si Dios quisiera decir que el faraón era el antitipo del Papa.



Este símbolo, a veces, se representa colgado del cuello del faraón con un collar, con lo cual es casi igual a las cruces pectorales de los obispos.



Los faraones, como los Papas, tenían su nombre de pila y tomaban otro al convertirse en faraones .



Mañana continuaré con más semejanzas. Pero, sobre todo, trataré de ofrecer el por qué de todo esto, que lo veo como una impresionante providencia de Dios. El Dios de la Historia que se manifiesta en los detalles. Dios es el Dios de las coincidencias, debajo de todo hay un mensaje.

miércoles, febrero 18, 2009

El Vaticano y la pobreza en el vestir


Continuación del post anterior:

Y así en esta revisión de la Curia, llegamos hoy a ese punto en el que los apasionados amantes de la pobreza dicen: despojaos de vuestros báculos, tirad al barro vuestros anillos, empeñad vuestras cruces pectorales.

Ciertamente los obispos llevan encima una cierta cantidad de metales. Nunca tan pocos metales han dado tanto que hablar. La aversión de ciertos teólogos holandeses y nicaraguenses por ciertos elementos de la tabla periódica no deja de sorprenderme.

Pero esta manía contra el hermano oro y la hermana plata, alcanza también a las vestiduras. De hecho, todavía en algunas sacristías de pueblo quedan restos de la vorágine postconciliar en forma de alguna casulla psicodélica.

Según estos amantes de la pobreza, el clero tendría que ir aún con el cuello de jersey típico de las Comisiones Obreras. Todavía uno recuerda a curas con la americana gris sobre el jersey azul o granate. Combinaciones increíbles que no se le habrían ocurrido ni al que asó la manteca, pero que las vimos en los trajes de nuestros párrocos durante dos decenios.

Por supuesto que el que quiera seguir el camino estético setentero, está en su perfecto derecho. Pero la juventud de hoy día es muy sofisticada, ya no es la de las patillas de los sindicatos mineros del carbón. Se siente atraída por el esplendor y el boato eclesiástico, lo mismo que se siente atraída por las grandes recepciones de la realeza europea. Esto es un hecho, no una teoría.

Toda esta santa polémica por las vestiduras probablemente podría dar lugar a una guerra de versículos. Pero mi posición es muy clara: que cada uno haga según le inspire el Espíritu. Dad una túnica a lo San Francisco al que quiere una túnica a lo San Francisco, y dad protocolo vaticano al que quiere protocolo vaticano. No perjudica a terceros el que quiere ir con una túnica sencilla y sandalias, y no perjudica a terceros aquel al que le van las esclavinas y los fajines.

Con lo sencillo que es que todos estén contentos. Pero siempre hay al lado del camino un teórico de la pobreza que quiere que el monseñor vaya hecho unos zorros. Pues no, que el Hare Krisna vaya como Hare Krisna, que el punk vaya como punk, que las señoras inglesas del té de las cinco vayan como les de la gana. Mi Reino no es de este mundo de la moda, podría haber dicho nuestro Fundador.
A mí, desde luego, no me haría ninguna gracia ver a Benedicto XVI vestido de mono y con una llave inglesa en la mano. Si viera eso, me parecía estar en una película de Buñuel. Y algunos eso es lo que quieren: transformar a la Santa Iglesia Cátólica en una película surrealista. Algunos iconoclastas es que parece que hayan salido ayer de la selva.
Si quiere dejar comentarios, hágalo aquí:

domingo, septiembre 28, 2008

10 consejos sobre la vestimenta de los obispos


Siempre me he preocupado por el bien de la Iglesia, y con ese espíritu constructivo me gustaría dar algunos consejos a los obispos acerca del modo de vestir.

Hay que partir del hecho de que los obispos visten bien. Así como el cura siempre viste mal, salvo que éste sea del Opus Dei o Legionario de Cristo, los obispos podrán tener muchos defectos, pero no éste. Los obispos visten de forma adecuada, sin estridencias, ni excesos por un lado o por otro.

No voy a seguir analizando este hecho episcopal, ni este defecto presbiteral, sino que pasaré directamente a la pequeña lista de diez sencillos consejos sobre la vestimenta episcopal.

1. La cruz pectoral nunca se coloca en el bolsillo del clériman. Después uno se acostumbra y se dan hasta las entrevistas por televisión con la cruz de ese extraño modo colocada.

2. Los grises combinan muy mal con los negros. Mezclar en el clériman una variedad de jerseys grises con pantalones negros, americanas negras con camisas grises, es algo que siempre resulta mal. Claro que el cura normal no percibe esa disfunción ya que él mismo va mil veces peor.

3. De cada cien encuestados, 99 afirman que el cuello romano siempre es más elegante que la tirilla. Y hay que advertir que esta encuesta tiene un margen de error del 1%.

4. Si a pesar de todo uno desea llevar tirilla por razones sentimentales, por favor, nunca, jamás, se debe llevar mal colocada. Resulta horrible llevarla colgando o medio metida en la tela. Además, eso acaba creando costumbre y el sujeto la lleva así sin darse cuenta. Si uno decide que tiene que abrirse el botón del cuello, se extrae la tirilla y se guarda en un bolsillo.

5. La cruz pectoral nunca se lleva sobre la casulla, sino sobre el alba. Y cuando se usa casulla, ésta cubre la cruz. La razón es que uno se recubre entero con esa prenda, incluidos otros ornamentos como la estola. Por otra parte no tiene sentido multiplicar las cruces, cuando en la misa la cruz central y única pasa a ser la del altar.

6. La cruz pectoral debe ser reconocible de lejos como lo que es: una cruz. Evítese el uso de cruces abstractas.

7. La mitra de telas estampadas queda bien. Pero la mitra realizada con muy buena voluntad por la monja bordadora siempre queda mal. La mitra no es el mejor lugar para poner la palabra María, florecitas y demás diseños tan al gusto de las poéticas manos monjiles. Insisto, telas estampadas, bien. La monja bordadora, mal.

8. El uso de pins sobre la americana del clériman no es de buen gusto. Sobre el clériman no queda bien ni siquiera una crucecita en pequeño. Un clériman despejado, limpio y bien negro es el signo por excelencia, no hace falta nada más. Es elegante y correcto.

9. Evítese que en el jersey negro del clériman aparezca una marca aunque sea el cococrilo de Lacoste.

10. No sería lógico que un prelado disponiendo de magníficos báculos de plata repujada del siglo XVII bien guardados en el museo diocesano, se empeñara en seguir usando novedosos báculos ultramodernos de dudosa estética.