Hoy leído algunas cosas acerca de los sellos de lacre
en la Edad Media. Interesante la reflexión de un autor de que un sello de lacre
no tiene como función representar la realidad, sino que es un instrumento para
crear la realidad. El sello autentifica que algo es real. El sello como veritas,
como marcador de verdad.
Por eso, no todos tienen sello de lacre. El sello solo
lo podían tener (y lo tienen) aquellos que pueden realizar importantes actos de
jurisdicción. Si no es así, se convierte en algo decorativo. Se convierte en un
objeto sustentado por nada.
Aunque no sea un sello de lacre, siempre me ha causado
una sonrisa de conmiseración cuando un sacerdote se ha hecho un escudo
presbiteral. Nunca han existido tales escudos a lo largo de los siglos; no todo
el mundo tenía derecho a un escudo.
No me parece mal que alguien tenga un sello personal
(por ejemplo, de tinta roja) para sellar sus cartas si escribe muchas cartas y
quiere embellecerlas.
Los reyes, los obispos, abades, nobles, ciudades
importantes podían tener sello de lacre. Ellos realizaban actos que debían ser
atestiguados. Y resulta interesante la unión entre texto y sello. El sello como
el que atestigua la existencia de una auctoritas. El sello como
transmisión de una decisión.