Ayer tuve una encantadora llamada de una lectora vasca
del blog y hablamos del nacionalismo. Tras esa llamada me gustaría añadir unas
palabras aquí.
Aunque no voy a repetir lo que ya he dicho, hago
protesta (una vez más) de que mi interés en hablar acerca de este tema ha sido desde
un punto de vista moral. No puedo desentenderme de la pregunta: “¿Es lícito o
no es lícito?”. Porque si fuera lícito, estarían los gobernantes de España
pecando al encarcelar a ciudadanos que defienden algo lícito.
Si fuera lícito, estaríamos hablando de derechos. Si
fuera lícito, deberíamos pedir perdón a aquellos a los que hemos intentado
imponer nuestras ideas. Pero la moral es objetiva, es igual para todos y para
todas las épocas. Los dictados de la moral obligan por encima de los partidos
políticos, de las ideologías y de las opiniones personales. Lo repito, las
opiniones personales no están por encima de la moral. Las opiniones deben adecuarse
a los dictados de la moral.
Todos hemos escuchado cientos de veces que hay muchos
y muy buenos católicos que son secesionistas. Pero, por mucho que se repita esa
frase, la gran cuestión es si existe un verdadero derecho a la secesión. No me
importa el número de buenos católicos secesionistas, lo que me importa es la
verdad moral, la lógica implacable de la verdad.
Cuando he afrontado esta cuestión, equivocado o no, lo
he hecho desde el más escrupuloso deseo de buscar la verdad, de que no me
traicionaran mis prejuicios, de que nunca nadie me pudiera echar en cara el haber
abusado de mi función como pastor de almas para imponer mis ideas opinables
sobre las de otros.
Durante años, evité esta cuestión. Pero la
intervención de las fuerzas de seguridad del Estado, la detención de varios
cargos electos y la posible aparición (en el futuro) de la violencia me obligaron
en conciencia a emitir un juicio moral sobre el mismo núcleo del asunto. Cosa que,
durante años, repito, evité.
Y ahora voy al tema que iba ser el post de hoy, lo que
pasa es que en el preámbulo (iba a ser solo un párrafo) me he alargado.
Ayer hablamos por teléfono de don Mateo Múgica, obispo
de Vitoria (es el que aparece en la foto de arriba en este post), y del cardenal Vidal i Barraquer, arzobispo de Tarragona. Los dos
únicos que no firmaron la Carta Conjunta del episcopado de España, del que
ellos eran parte.
Pues bien, del obispo de Vitoria, solo voy a dar un
dato entre varios y es el documento que se radió en el País Vasco con su
aprobación y en el que se dará un juicio episcopal acerca del hecho de los
católicos carlistas estuvieran luchando en el frente contras los católicos nacionalistas
vascos. El obispo dirá estas palabras impresionantes:
No es lícito, en ninguna
forma, en ningún terreno, y menos en la forma cruentísima de una guerra, última
razón que tienen los pueblos para imponer su razón, fraccionar
las fuerzas católicas ante el común enemigo.
Menos lícito, mejor
absolutamente ilícito es después de dividir, sumarse al
enemigo para combatir al hermano, promiscuando el ideal de Cristo con el
de Belial, entre los que no hay compostura posible.
Impresionante. Sencillamente, impresionante. Y este es
el obispo al que todos los documentales presentan como enemigo de la Carta Conjunta.
El que quiera puede leer un artículo mucho más largo
(con muchos más datos) en la prestigiosísima revista Hispania Sacra en
el que aparece, además, la alocución entera que se leyó en la radio:
El otro prelado que no firmó la carta de todos sus hermanos
obispos (vivos) fue el cardenal Vidal i Barraquer, del que también se ha
querido hacer un símbolo independentista y también siempre aparece mencionado
en todos los documentales, los cuales repiten que no todos los obispos apoyaron
a Franco.
De este cardenal ya hablé largamente en otros posts. Solo
repetiré sus mismas palabras: “Deseo vivamente que triunfe Franco”. En
este link se pueden tomar muchos más datos acerca de esta cuestión:
¡¡Y estos eran los dos paladines antifranco!! Cómo se
manipula todo en los documentales pagados (con el dinero de todos) por nuestro
régimen socialista.
En fin, he escrito este post para completar mi
conversación de ayer. Yo siempre respeto a las personas. Las personas son respetables.
Todas las ideas no son igual de respetables.
El nacionalismo independentista puede ser una fuerza
que se desarrolle en muchos países europeos. Puede acabar siendo una ideología
que prenda incluso en muchos países latinoamericanos.
Los pueblos harán lo que quieran, pero el Estado de
Derecho está investido de toda la legitimidad para imponer el orden de la Ley
allí donde se conculque el orden constitucional.
En España no hay presos políticos. No existe el
derecho a la secesión. Y Tarragona y Bilbao son tan parte de España como
Córdoba y Segovia. Los derechos no son un menú servido sobre la bandeja del
relativismo moral para que cada uno se sirva según sus gustos.