La foto es la medalla de
oro en 2021 en el certamen One Eyeland Photography Awards. La
he mirado largo rato, pero no sé si es un cultivo o el qué. ♣ ♣ ♣ Desde
hace varios días me siento movido por los mejores sentimientos. Hoy también me
han visitado dos amables colombianos con los que he almorzado. Otro sándwich de
pastrami en buena compañía. Un buen almuerzo con gente agradable es un modo magnífico
de descansar a la mitad de la jornada. Estoy en una edad en la que un sándwich me
sacia completamente.
No sé por qué, pero mi
trabajo en el hospital me llena de felicidad. Es siempre el mismo trabajo y tan
distinto cada día. Cada enfermo es único e irrepetible. Además, nunca he
sentido tanto la sacralidad de la unción de los enfermos. La seguridad de que
algo desciende desde el Espíritu Santo hacia el alma que habita en ese cuerpo.
Hoy ha fallecido un
hermano sacerdote. Fue mi sucesor en mi primera parroquia. Todavía no sé cuál
ha sido la causa. Un poco más tarde llamaré a un compañero para enterarme,
ahora estará celebrando misa en su parroquia. Es lo último que me esperaba. Tenía
mi edad. Dada la edad, me imagino que habrá sido cáncer o el corazón; es solo
una suposición. Decir que lamento su partida no es una formalidad. Después de la cena me he enterado de que ha sido un infarto.
¿Y si yo estuviera
viviendo mi último mes de vida y lo desconozco? ¿Y si una arteria cardiaca está,
silenciosamente, al límite de la obstrucción? ¿Y si un coágulo de grasa es lo único
que marca la diferencia entre mi vida y mi muerte? ¿Y si vivo al borde del precipicio?
¿Y si el sermón 299 es el último que grabaré? ¿Será la novela que escribo el
libro que, por fin, quedará inacabado? ¿Cuánta arena queda en mi reloj de
arena? ¿Cuál será la decisión divina?