Cuando la procesión
avanzaba hacia la catedral de Edimburgo, un hombre se puso a lanzar insultos, a gritos, contra el príncipe Eduardo. ¿Este
tipo de acciones debería estar amparada por la
libertad de expresión?
La libertad de expresión
significa que uno puede decir lo que quiera, a quien quiera, donde sea
y cuando sea. Pero todos entendemos que,
moralmente, hay momentos en que no estaría bien gritar algo a alguien. Por
ejemplo, a una novia que avanza con su padrino hacia la puerta de la iglesia.
Otro ejemplo sería el de unos padres que van caminando detrás del ataúd de su
hijo en un cementerio. ¿Pero este criterio moral
debería plasmarse en leyes?
En mi opinión, sí. Cuando
un dictador quiere acabar con la libertad de expresión, usará medios como
controlar la prensa. Situaciones de este tipo no van a afectarle mucho.
Respetar una libertad de
expresión sin límites razonables no salvaguardará ese derecho cuando llegue un
dictador. Pero sí que causará mucho sufrimiento a personas sin ningún beneficio
a la sociedad.
Nadie debe gritar en un
funeral, ni el templo ni en la calle. Tampoco en boda, ni siquiera en la calle.
Dígase lo mismo en una conferencia o en el interior de una iglesia.
¿Qué beneficio tiene para
la libertad de expresión ir a “reventar” conferencias?
Dígase lo mismo de interrumpir una ópera, un
concierto, una obra de teatro, un acto religioso.
No solo debe estar
penado, sino que debe estar muy penado por el sufrimiento que provoca o el perjuicio
que provoca en un gran grupo de personas. La ley no puede ser indiferente al
sufrimiento de una persona ni al perjuicio de un grupo. Y menos cuando se trata
de actos tan fáciles de tipificar, tan fáciles de delimitar en una ley.
Los ciudadanos pueden gritar
donde quieran, pero no cuando alguien camina detrás del féretro de una madre.
Eso es deleznable. Una semana en la cárcel me parece lo mínimo que debería
pasar encerrado, y ni siquiera un mes entero de pena lo veo excesivo. Tienen
todo el territorio nacional para gritar, pero no justamente allí. La libertad
de expresión no se beneficia ni lo más mínimo
por no penar algo tan execrable.
Pero la extrema
izquierda, experta en reventar conferencias y cosas similares, pondrá el grito
en el cielo. Si alguien propone una ley así, manifestará su libertad de
expresión quemando contenedores y rompiendo escaparates. Esos partidos actuales
de extrema izquierda son expertos en entender las cosas de forma radicalmente
distinta cuando logran el poder.
La extrema izquierda,
cuando está en la oposición, es la que usa el hostigamiento
y acoso bajo la excusa de libertad de expresión. Y, cuando está en el
poder, entiende que ella no está obligada a respetar la libertad de expresión
porque ellos son los buenos y los otros son los malos.