Los españoles estamos
asistiendo delante de nuestras televisiones a la destrucción
de la democracia. Hasta ahora en este blog había hablado de leyes
mejores o peores, de talante, de errores. Esta vez era la independencia del
último bastión que defendía la democracia lo que estaba en juego.
Lo mismo que la
independencia de Ucrania se logró en la decisiva Batalla del Aeropuerto Antonov,
así nuestras libertades actuales estaban en juego en la decisión que ayer tomó
el Tribunal Constitucional. Si ayer ese tribunal hubiera permitido la tramitación
de esa ley, nada hubiera vuelto a ser lo mismo.
Ahora los partidos
condenados ponen el grito en el cielo con que los mandatos de dos magistrados
están caducados y vienen a dar a entender que su decisión no era justa. Muy
bien, si pensaban eso, que lo hubieran dicho hace años.
Sus cargos se han prorrogado de acuerdo a la ley.
No vale decirlo ahora, cuando te quitan la razón. Les guste o no, sus cargos, lo
repito, sus cargos se han prorrogado de acuerdo a la ley.
Los partidos perdedores
dicen que el PP no ha cumplido la constitución al no llegar a un acuerdo para
renovar cargos en el Tribunal Constitucional. Que yo sepa cuando no se llega a
un acuerdo la culpa puede ser de una parte o de la
otra o de las dos. Esta recurrente afirmación de que si no hay acuerdo
es culpa solo de una de las partes, no por repetida es verdadera. Ya se ve que
la consigna era repetir mil veces la misma afirmación para que se incrustara en
la mente de los votantes. Acuñar la verdad a base de machaconería. No, señores,
cuando hay un bloqueo la culpa puede ser de una parte o de la otra.
La otra afirmación es que
cómo podían votar dos magistrados por la suspensión de una ley que de aprobarse
hubiera removido de sus puestos a los jueces con mandato prorrogado. Pues muy
sencillo, podían hacerlo porque ese tribunal es la única instancia para dirimir
la cuestión de la constitucionalidad de esa misma ley. Esos jueces, mientras
sigan en sus puestos, tienen que juzgar: es su
obligación, no es opcional. Si lo que está en juego en la ley que se
presenta es la misma naturaleza neutral o no de ese tribunal, por supuesto que
pueden juzgar eso porque es su trabajo. Por
la misma razón que dan los partidos de izquierdas, si se presentara una ley para
aprobar la retribución por jubilación de los congresistas, los congresistas
afectados no podrían votarla. Y vemos que los congresistas vemos que han
votado, sin problema, leyes que les afectan en muchas cuestiones de ámbito
penal. ¿Por qué? Porque o votan esas leyes ello o si no quién va a hacerlo.
Aquí los magistrados
afectados del Tribunal Constitucional no eran parte
en el litigio que debía ser dirimido, sino que tangencialmente
les afectaba porque era una ley que iba a afectar a ese tribunal entero; por supuesto
que a unos más y a otros menos; pero afectaba a todos. Podrían haberse retirado
si otro juez imparcial los hubiera sustituido, pero en este caso no había
sustitución posible. Luego debían hacer su trabajo.
Después, y por último,
está la mandanga de que este tribunal se ha inmiscuido en la soberanía nacional.
No se ha inmiscuido porque ese verbo significa: meterse en un campo cuando no
hay jurisdicción para hacerlo. Luego el tribunal ha hecho lo que podía hacer y lo que debía hacer si llegaba
a sentenciar en ese sentido.
De todas maneras, esta
guerra legislativa está perdida. Basta ver la
falta de reacción en la población para darse
cuenta de si no es en esta batalla, será en la siguiente cuando ganen. El
Tribunal Constitucional pasará a estar formado por magistrados ideologizados
que, con entusiasmo, apoyarán siempre a la mayoría en el congreso que los
colocó.
Cuando el pueblo no
reacciona, se trata de insistir contra un alcázar, hasta que caiga.
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¿Pero qué pasaría si se
aprueba la reforma y una coalición conservadora se hace con el control del Tribunal
Constitucional? Pues lo que sucedería es que las izquierdas se echarían a la
calle. Tras tres semanas de tumultos y asaltos a edificios, el presidente de la
nación diría que se va a sentar a dialogar.
No, la ley hubiera habilitado
a las izquierdas a tomar la Justicia. Pero los progresistas jamás permitirán el
más mínimo paso en esa dirección a los conservadores, basta ver el respeto a la
ley de las izquierdas en Chile.