Un último
comentario, los escritores suelen ver a los editores como enemigos del texto.
Nunca ha sido ese mi caso. Siempre he considerado que un editor es alguien que
sabe mucho de libros y que sus consejos suelen ser muy valiosos. Los mejores consejos
que puede tener un escritor suelen provenir de su editor.
Es frecuente
que un escritor se niegue en redondo a cambiar ni la más mínima coma de su libro.
Bueno, es una hipérbole: en realidad, el reino de las comas es de los
correctores. Los escritores, en cuestión de comas, dejan su criatura en manos
de estos maquilladores.
Pero los
escritores no quieren cambiar nada del texto. Tampoco ese ha sido nunca mi
caso. Siempre me he mostrado muy abierto a sugerencias. Algo que no es de extrañar
porque los que me conocéis sabéis que reformo algunos de mis libros durante
años.
Otros no, como
mi colección de obras sobre el demonio, porque muestran una evolución, son como
partes de una obra única. Y si no los reformo se va viendo como evoluciona mi
pensamiento a lo largo de los años
Pero las
novelas cuantas veces han sido cambiadas de arriba abajo. Tirando paredes, ampliando
y suprimiendo. Sí, suprimiendo: una de las cosas que más les suele costar a los
autores. Yo, desde el momento en que califico a algunas como obras menores,
ya se ve que no les tengo demasiado cariño.
Al final,
como ya lo he dicho varias veces, hay unas cuantas obras que son las que pienso
que están maduras. El resto ha sido una larga preparación hacia ellas.