Estas salas
de Secretaría de Estado están estéticamente bien. Señal inequívoca de que las
decoraron hace un siglo y no las han tocado. Si alguien “moderno” hubiera
puesto sus manos encima, hubiera pasado como con la nieve cuando pasa un rebaño
de ovejas.
Ahora bien,
aunque son salas correctas, difícilmente entusiasmarán a alguien. ¿Por qué?
Porque esa sala, la miremos como la miremos, la miremos con benignidad cristiana
o con ojo crítico de decorador profesional, es solo cuatro paredes con papel en
tonos suaves con unas cuantas obras de arte. ¡Esto no entusiasma ni a las ranas!
Si se escoge
ese estilo, hay que seguirlo con decisión, con energía. Véase la película María
Antonieta. Si escoges ese estilo, llamad a Sophia Coppola (la directora de
la película), no a la hermana del bedel que me han dicho que decora o que tiene
una vecina que decora o algo así.
Abajo se
pueden ver dos fotos en que se toma un estilo y se es consecuente hasta las últimas
consecuencias. Señores monseñores, hasta la estética tiene sus dogmas. Y esa
sala convencerá, pero no vencerá.
Post Data: La última frase es mía.