miércoles, mayo 12, 2021

Uigures, obispos, nosotros

 

¿Es malo ceder en lo que se pueda ceder? Los acuerdos entre el Vaticano y Pekín de 2018 han proporcionado paz para un lustro entero a los católicos. ¿Nos damos cuenta de la cantidad de sufrimiento que se ha evitado? ¿Nos apercibimos de los dramas personales que se han evitado con ese acuerdo?

Por supuesto que es un acuerdo entre un secuestrador y su rehén. Pero incluso Tomás Moro trató de esquivar todos los obstáculos para no ser perseguido. Santo Tomas Moro hubiera firmado cualquier cosa que, en buena conciencia, hubiera podido firmar. No es una afirmación hecha al tun-tun, puede leerse este magnífico artículo:

https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?pid=S0716-54552010000100009&script=sci_arttext

¿Entonces es jaque mate? ¿Entonces la Iglesia Católica China va a desparecer? La tormenta es inevitable. Un caudaloso río de dolor, lágrimas y sufrimiento se aproxima. Sería de ciegos no verlo y bien lo saben, seguro, en el Vaticano.

Ahora bien, las posibilidades tienen dos extremos:

Extremo 1: La desaparición de los católicos, así como nada quedó de la comunidad cristiana de san Agustín, ni de las diócesis vecinas.

Extremo 2: Muere Xinjinping y viene otro presidente y la persecución va aminorando hasta cesar.

Entre medio de estos dos extremos, caben muchos términos medios. Pero sí que pido a todas las buenas personas que me leen que hagan un voto de confianza en el Vaticano. Se pueden equivocar, por supuesto. Pero son creyentes que harán todo lo posible por tomar las decisiones correctas ante Dios y para bien de los hermanos en la fe.