martes, julio 25, 2023

Este post lo habría escrito, hubiera ganado quien ganase

 

Leer y escuchar a los expertos acerca de Derecho Constitucional ha sido algo que personalmente he disfrutado mucho en los últimos años, no me resisto a hacer unas pocas consideraciones tras las elecciones en España.

Observemos que los dos partidos más votados han sacado casi el mismo número de votos en la votación al congreso:

PP 8.091.840 votos

PSOE 7.760.970 votos

El PP obtiene 136 escaños y, sin embargo, el PSOE obtiene 122 escaños. Son solo unos 30 000 votos de diferencia, que provocan una diferencia notable: 14 escaños. Aquí se ve que nuestro sistema democrático no es, realmente, un hombre, un voto. El lema real de nuestra democracia podría ser: “Usted vote y nuestra alquimia electoral ya le comunicará cuánto vale su voto”.

La diferencia (diferencia = injusticia) vuelve a ser notable si vemos los resultados de Ezquerra Republicana (460 000 votos) y del PNV (275 000 votos). Ezquerra obtiene el doble de votos, digámoslo así, y sin embargo Ezquerra consigue 7 escaños mientras que el PNV logra 5 escaños. Otro caso en el que la magia de Adolfo Suárez logra que unos votos valgan más que otros. (Ay, las decisiones de Adolfo Suárez. Como el Cid, sigue ganando batallas después de muerto).

Sigamos con la lista de injusticias. El partido PACMA obtiene 165 000 votos y no obtiene ni un solo diputado. Mientras que UPN con 51 000 votos sí que logra un diputado. Hay dos partidos que superan a UPN en votos y que no obtienen diputado alguno, el otro es la CUP.

Cualquier ciudadano libre en España puede estar seguro de que su voto no vale igual que el de otros ciudadanos. No, eso no es ninguna leyenda, es una realidad. Se dirá que son las reglas y tal, pero las reglas no se hicieron de buena fe. Aunque sí que es verdad que Suárez, dado su nivel académico, probablemente, ni se dio cuenta de todo esto. A los que estas reglas les benefician, por supuesto, dirán que son justas, racionales y hasta imprescindibles; claro.

Hace unos días tuvimos una civilizada discusión sobre este tema con una comentarista (que alegó un artículo de periódico en defensa de la postura contraria), pero ya se ve que el sistema de repartos influye ¡y mucho! cuando los resultados en el senado son tan notablemente distintos que los del congreso.

El electorado es exactamente el mismo y, sin embargo, los escaños obtenidos resultan totalmente diferentes:

PP 120 escaños (mayoría absoluta y con margen)

PSOE 72 escaños

Todo este asunto de que los votos no valgan lo mismo a alguien le puede parecer de poca importancia. Pero yo me tomo en serio la democracia. Creo que la ciudadanía debe ser soberana. Los ciudadanos tienen derecho a estar representados. Dicho de otro modo, que el porcentaje de votos debe tener su correlato exacto en cuanto al número de representantes del pueblo. Olvidándose de reglas que recuerdan más al Monopoly que a una democracia.

Pero los dos grandes partidos, una vez que han creado una red de oficinas en cada provincia, no quieren ni oír hablar de este tipo de cambios constitucionales. La industria de la política no quiere que entren nuevas marcas en el “mercado”. Todos los ciudadanos quieren cambiar a los políticos actuales, pero el sistema ya se encarga (a través de la letra pequeña) de limitar al máximo el surgimiento de nuevos competidores. Los ciudadanos querrían una renovación, querrían partidos con los que se sientan más representados, pero la clase política ha redactado el reglamento, a su favor. “Os guste o no os guste, nos vais a tener a nosotros”. (Risa maligna). Sin duda, se trata de una injusticia legalmente vigente en muchas democracias.

En el caso de España, el problema es que la constitución se redactó a altas horas de la madrugada sobre los manteles de Lhardy (un restaurante), en vez dejarlo en manos no ya de especialistas, sino de los mejores especialistas. Menos mal que como malos estudiantes copiaron mucho de la constitución alemana. Menos mal. Lo del restaurante lo dijo uno de los padres de la constitución. Lo único que lamento de aquella entrevista fue no copiar el número de artículos (altísimo) y a qué hora de la mañana acabaron.

Con el conocimiento de Derecho Constitucional que Adolfo Suárez y Felipe González tenían, algún abogado los podría haber convencido de que la mejor constitución era la de Mugabe en Zimbabue.

Si observamos las constituciones de otros países, desde luego la nuestra es para dar saltos de alegría. La capacidad de los políticos para hacer mal cualquier tarea que se les encomiende nunca dejará de sorprenderme. Su capacidad para el chanchullo siempre resulta épica.