sábado, febrero 19, 2022

Los obispos y la política

 

El post de ayer provocó muy graciosos comentarios. Un argentino escribió:

Padre, entonces en épocas de elecciones se llena usted de pan. ¡Ja, ja, ja! Bendecido día, querido padre.

A lo que respondí:

Mi barriguita es deudora de tanta neutralidad estricta.

Un mexicano escribió:

Buen post , pero cuando habla de "pásame el PAN" no se referirá al Partido Acción Nacional (PAN). Ja, ja, ja, ja.

Otro comentarista comentó con toda razón:

¿Y qué sucede con los Diáconos, que son Clérigos! Ellos están inmersos en el “mundo libre” de los laicos. ¿Tendrán ellos más espacio para intervenir y opinar de Política, en razón de su profesión?

Sí, he dicho “clérigos” consciente de que incluía a los tres órdenes. Como norma no se ordena como diácono permanente a un político en ejercicio.

No voy a comentar, por no alargarme, otros comentarios más serios. Tiene razón Pablo al citar el pasaje de Lucas en que Jesucristo llama zorro a Herodes de un modo lleno de desprecio. El pasaje expresa desprecio y no es un comentario solo con los más íntimos. Sí, la neutralidad tiene sus límites. La enseñanza es clara. Y así han obrado los buenos obispos a lo largo de los siglos, bajo reinos e imperios.

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Pero yendo a otra cuestión: ¿realmente hay alguna acción política que no entre dentro del campo de la moral? ¿Realmente hay alguna acción que no merezca un juicio moral? La respuesta es no.

Incluso si un gobernante decide construir un puente aquí en vez de allí, puede hacerlo por razones más o menos rectas, o totalmente torcidas.

Aumentar el presupuesto de una partida en vez de otra puede ser un acto inmoral. Los ejemplos se multiplicarían hasta el infinito: algunos muy sutiles, pero que merecerían juicios morales muy duros. Detrás de cualquier decisión aparentemente técnica, el gobernante puede buscar su propio bien frente al bien común. En otras ocasiones el buen gobernante toma una decisión que no es la más justa, pero que es la más adecuada para mantener el Poder y seguir pudiendo hacer el bien.

¿Los pastores tendrían que fiscalizar todo y dar su juicio sobre todo? La respuesta es no. Estrictamente hablando, todo tiene una valoración moral. Lo mismo que hay una valoración técnica, la hay también moral.

Ahora bien, el juicio moral de un pastor se reserva solo para aquellos casos en los que la objetividad del juicio y la gravedad del caso merezcan la intervención. E incluso en esos casos la intervención del pastor está sujeta a la prudencia.

Este último factor siempre será discutible. Unos acusarán al obispo, a la conferencia episcopal, al papa, de ser cobardes, de no ser un Juan Bautista. Otros les acusarán de hacer declaraciones para quedar bien ante la historia a costa del sufrimiento de los “peones” en ese ajedrez.

En verdad que hay casos en los que la prudencia claramente aconseja hablar y otros en los que aconseja callar. En medio hay muchos casos en los que es dudoso qué sea lo más adecuado. Detrás de lo más “adecuado” siempre hay sufrimiento de personas concretas: curas encarcelados, católicos célebres sobre los que cae la represalia.

Por eso siempre será inaceptable cuando cualquier laico desde un blog ataque a los pastores con acritud, con rabia, acusándoles de cobardes. Hay que dar un voto de confianza a los obispos que lógicamente tienen más información, que han llevado a la oración qué hacer en las circunstancias graves. Normalmente ese tipo de laicos denunciadores que levantan su dedo contra los obispos tendrán que dar cuenta en un juicio que no es de este mundo y llorarán amargamente sus faltas. Creen ser profetas y solo dañan al rebaño atacando a los pastores.