También he observado que
un corazón duro, rígido, cruel, es más propenso a pensar que la acción
extraordinaria del demonio en el mundo es lo habitual, lo común. Hay toda una
concepción de la acción demoniaca que pende de esa visión personal sin
compasión.
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Algunos cristianos
progresistas tienen la idea de que hagas lo que hagas nada tendrá
consecuencias. Para ellos el perdón de Dios es pura otorgación de calma psicológica,
pues piensan que todo da lo mismo.
Algunos cristianos
tradicionalistas tienen la idea de que Dios se ve obligado a ser cruel. Piensan
que los actos morales son tan tremendos en sí mismos que solo cabe aceptar una
condena generalizada, que el infierno es una realidad común.
En el caso de los
progresistas, el acto moral se vacía de contenido. En el caso de los
tradicionalistas, el acto moral está tan férreamente unido a un castigo que
cualquier alegación a favor de la debilidad del que cayó se verá como puro
relativismo. Se combate el relativismo a base de unir férreamente el acto al
castigo.