En mi proyecto de
constitución, siempre tuve claro que por más que un presidente del gobierno se
saltara todas las leyes, no sería posible desalojarlo del poder si tenía en su
mano tres factores.
Primer factor:
Un apoyo del Pueblo de más del 50%.
Segundo factor:
Si tienes el primer factor, tienes más de la mitad de los escaños del
parlamento.
Tercer factor:
Si tienes el segundo factor, tienes el poder ejecutivo.
Con esos tres factores, cuando
te saltes la constitución, ningún poder te podrá desalojar de la presidencia de
la nación. A los datos del último medio siglo me remito. No conozco ni una sola
excepción a esta regla de los tres factores.
Los individuos que han
sido desalojados tras tratar de saltarse la constitución fue porque les faltaba
alguno de estos tres factores.
Por eso, en mi propuesta
de constitución, por más que el senado pueda en circunstancias excepcionales
nombrar un presidente senatorial, en realidad, solo podrá hacerlo si hay un
vacío de poder.
Por esta razón, en ese
proyecto, otorgué una cierta capacidad de independencia al Estado Mayor. Pero
un 50% de apoyo popular implica una verdadera guerra callejera, continua,
violenta, que ningún Estado Mayor se encuentra en condiciones de pacificar.
Lo que digo aquí es la
triste constatación de una fragilidad intrínseca de toda democracia. Leyes,
normas, cautelas… pero, al final, si tienes los tres factores, puedes proponer
un cambio constitucional saltándote las normas, apelando a la voluntad del
pueblo.