martes, julio 18, 2023

Premios Princesa de Asturias o la creación de una fundación para premiar a los ricos

 

Me ha sorprendido ver que yo ya había hablado largamente de estos premios. Me acordaba que había tocado el tema, pero no en tres largos posts:

https://blogdelpadrefortea.blogspot.com/2019/05/los-premios-principe-de-asturias-1.html

https://blogdelpadrefortea.blogspot.com/2019/05/gastar-dinero-en-premios-2-parte.html

https://blogdelpadrefortea.blogspot.com/2019/05/los-premios-princesa-de-asturias-3.html

Esto se debe a que con la edad cada vez me duele más la situación de un hombre de 50 años, divorciado, despedido después de veinte años en una empresa, que vive alquilado en una habitación y que no encuentra trabajo en ningún lado. En esa situación, en España, hay tal vez (es una suposición) un millón o más de pobres seres humanos.

Lo mismo el caso de una persona enferma que no tiene familia que la ayude y que no puede pagar sus medicinas o su asistencia, hablo de asistencia necesaria.

Lo mismo el caso del que fue una persona normal, joven, sana, con sus ilusiones, y acabó mendigando en la calle, que tiene sus pies destrozados por la diabetes, y que, sin familia ni casa, su única expectativa es vivir otro día.

Sí, con la edad me he vuelto tremendamente sensible a estas realidades.

La otra razón del post de ayer es que no me importaría que hubiera una fundación que diera justos y prestigiosos premios en España. ¡Claro que me gustaría! No tengo nada contra los premios, al revés; pero premios caprichosos, no. Premios otorgados por la real gana de alguien, no.

Vuelvo a sugerir a la fundación la posibilidad de aparecer en toda la prensa como la primera institución de este tipo que reflexiona acerca de sí misma. Pueden llegar a ser la primera fundación de ese nivel que se reinventa. Saldría en todos los medios la noticia de que sus responsables se toman un par de años para profundizar en el verdadero sentido que ha de tener la existencia de esa institución. La pregunta, ahora mismo, resulta incómoda: ¿Qué bien hace a la sociedad esa fundación?

Sus responsables podrían hablar con franqueza de los defectos que ha tenido la fundación a causa de los moldes por los que se ha visto obligada a transitar, moldes heredados, ellos no fueron los culpables; pero que ha llegado el momento de replantearse las cosas.

Sé que algunos en la fundación dirán que esto es una tontería y que no sé nada, que no tengo ni idea y que no sé de lo que hablo. Y tienen razón en despreciarme, se pueden despreciar 2168 visualizaciones de un blog. Pero si hiciera un vídeo en Youtube sobre las implicaciones morales de una fundación de ese tipo, eso ya sí que pueden significar decenas de miles de visualizaciones. Y ese es el típico incidente en las redes sociales que pone muy nervioso a cualquiera cómodamente sentado en una fundación. Porque un vídeo puede ser la piedrecita que mueva más piedras ladera abajo. Y, al final, ya se sabe: toda avalancha comenzó con una primera piedra, a veces pequeña.

No tengo nada contra esa fundación. Todo lo contario, les animo a reinventarse. Por ejemplo, es solo una idea, reducir sus galardones a tres categorías. Y que esas categorías puedan ser fluidas. Por ejemplo, se puede crear una categoría que sea la de ideas novedosas para acabar con la pobreza: grandes ideas internacionales, pequeñas ideas para lugares concretos, ideas teóricas, proyectos en localidades con nombre propio.

Y si con el tiempo ya no se presentaran ideas valiosas, la categoría podría cambiar. Porque en este nuevo modo de entender a la fundación, lo prestigioso sería la misma fundación; y, por tanto, el premio, fuera cual fuera la categoría que se crease. Pues en una época podrían ser tres categorías; en otra época, cuatro; en otra, una. Ya cuesta prestigiar un premio en una sola categoría, sin repetir lo que ya hay y funciona bien. Pero es que ahora hay ocho categorías. ¡Ocho!, cuando cuesta hacerse sitio con solo una.

Otra cosa que tienen que entender los señores de la fundación es que los españoles somos invisibles para los premios de muchas fundaciones francesas, anglosajonas o germánicas; y ya no digo nada para las japonesas o las australianas. No tiene sentido que nosotros creemos unos premios para todo el Orbe. Y la tónica ha sido la de premiar, otra vez, a los ya premiados en otros galardones. Otorgando grandes premios monetarios a los que ya son muy ricos. Pero no nos engañemos, ¿acaso los doctorados honoris causa no se otorgan para hacer propaganda a la misma universidad?

Dado que el dinero de esa fundación ha salido de forma indirecta de los bolsillos del pueblo español, ¿no sería más adecuado, más razonable, más sensato, premiar a los españoles o a los que viven en España? Eso sí, vería muy bien que el ámbito de los premios fuera Hispanoamérica. Pues también ellos son invisibles para los galardones de los países antes mencionados. Hispanoamérica, al fin y al cabo, forma una unidad, de la que forma parte España. Pero si ya cuesta buscar al más digno para un premio en España, pues son muchos los que lo merecen con toda razón, mucho más difícil resulta buscar al más digno en el campo de las artes en el ámbito de todo el mundo. Menos mal que la fundación no decidió buscar al mejor, en cada categoría, en el ámbito de todo el universo, fuera la civilización que fuese.

Fruto de todo este desaguisado con tantos millones de euros, los Premios Princesa de Asturias no logran ni dos líneas en los periódicos al norte de nuestras fronteras. Es mucho dinero para premiar a Meryl Streep, a la autora de Harry Potter y a tal o cual deportista.

¿Se olvida usted, padre Fortea, de la categoría de Premio a la Investigación Científica? No, tampoco ese es un premio precisamente limpio de polvo y paja. ¿Hay que recordar que los primeros espadas de la investigación gozan de sueldos que rondan los 10 000 euros al mes, y que se los subastan todas las universidades? Los grandes investigadores técnicos ya tienen un premio que se llama “sueldo mensual”. No, no es una categoría de la que sentirse orgulloso. Salvo que sea una fundación que tenga como objetivo dar dinero a los ricos. A lo mejor sería bueno crear ese tipo de fundaciones a favor de los más favorecidos.

Bueno, no voy a seguir. Por hoy, no. Ya veremos cómo me levanto mañana.