jueves, septiembre 28, 2023

¿Dejaré algún día de hablar de las cátedras? ¿O seguiré durante años?

 

Se ha asentado la idea de que el obispo conviene que predique desde su cátedra. Como ya expliqué en mi artículo La catedral de san Agustín de Hipona, los obispos de esa época predicaban de pie, situados en el límite del presbiterio absidial, lo más cerca posible del pueblo. Y si estaban débiles por la edad, se sentaban en una silla sencilla en ese mismo lugar. Sin ninguna duda, y por las razones allí esgrimidas, no se predicaba desde el extremo basilical, desde la sede. Eso sí que ocurrió en los dos o tres primeros siglos, en los que los locales eran reducidos y volvió a ocurrir en la Edad Media cuando muchas misas pontificales fueron adquiriendo un carácter esencialmente clerical: la mayoría de los asistentes a esas misas eran clérigos sentados en los coros.