En el mosaico se ve cómo iba vestido un obispo del siglo VI, por supuesto, sin mitra. Es el de la derecha, a su lado hay un archidiácono.
La historia de san
Gregorio Nacianceno que conté ayer prima
facie no parece muy edificante. Ahora bien, no sabemos si el obispo Basilio
le engañó o le presionó, o le engañó y le presionó, para que aceptara la sede
de Sasima. Solo Dios lo sabe.
Ahora bien, la impresión
general que saco con un conocimiento superficial de esta figura es que Gregorio
era una persona muy inteligente, tenía dones intelectuales grandes, pero que,
tal vez, era un poco soberbio.
Lo lógico hubiera sido
retornar al obispo Basilio y explicarle que la vida en Sasima se le hacía muy
dura. Pero era algo extraño que buscase vivir como monje y que no quisiese
quedarse en una localidad pequeña como pastor. Un poco incongruente sí que
parece.
Además, se va como monje,
esa es la decisión. Pero después se queda como obispo de una ciudad más grande.
Otra cosa bastante sorprendente.
Por si fuera poco, los
cánones eran muy claros: no podía abandonar una sede episcopal por otra. No obedeció
la disciplina eclesiástica. Y no en una materia precisamente pequeña. A eso se añade
que estando en Nacianzo debería haber regularizado su situación en algún
sínodo, sometiéndose a su determinación. O, al menos, debería haber expuesto su
caso ante el metropolitano.
El resultado es que
llegaría a Constantinopla con una situación canónica nada clara. No regularizó su
situación y después, con toda razón, se lo echaron en cara en mitad del concilio.
Señalo estos pequeños
detalles porque se suele pensar que los obispos de la Antigüedad eran todos
canonizables, mientras que los de ahora son mundanos. Y, a nivel global, es
justamente al revés: el episcopado actual está formado por hombres totalmente
entregados al cuidado del rebaño, sin divisiones con asuntos terrestres, como
sí que las había en esos siglos pretéritos. Son hombres que viven en sus diócesis,
en otros siglos las ausencias podían ser muy prolongadas por los viajes.
Actualmente, la situación canónica siempre está clara. En la época del
arrianismo, los bandos enfrentados hacían que algunos obispos se hallaran en
situaciones irregulares o, por lo menos, no claras.
El episcopado actual
puede tener sus defectos, pero no tiene algunos de los defectos de los obispos
de siglos pasados. Y sí que tiene aspectos positivos que no eran tan frecuentes
en otras épocas.