La cuestión de los
últimos días tiene su interés. En la Palabra de Dios todo tiene un sentido,
todo tiene una enseñanza. Si hay una variación, debemos preguntarnos por qué Dios quiso que quedara para siempre esa variación. El
Autor quiso la variación.
En mi opinión, no es para
enseñarnos que Jesús hablaba arameo: pues eso ya queda claro por la segunda
parte del versículo. Sino para que quedara testimonio de la libertad con que los
historiadores escribían en la época, todos, también los evangelistas.
Desde luego, según la critica
textual, sin la menor duda, las palabras literales fueron: Eloi, Eloi...
Lo que hace Mateo es una traducción. ¿Pero por qué? ¿Por qué solo la primera
parte del versículo? ¿Por qué si es tan parecido al hebreo, las hebraiza?
Francamente, no lo sé.
A este asunto le he dado
mil vueltas, he leído infinidad de artículos. Y la única explicación que se me ocurre
es que Mateo no hace ningún esfuerzo por traducir, él lo escribe tal cual se
decía en el arameo común palestinense, aunque Jesús lo dijera con una variante local aramea.
Eso respondería a los interrogantes
que ha planteado la palabra Eloi en los conocedores del arameo y que no
acaba de cuadrarles.
Jesús hablaba con
variantes locales en las palabras, con acento regional, con giros gramaticales
nazarenos. Yo que he hablado el baturro en mi niñez conozco ese tipo de cambios
respecto al castellano normativo. El baturro era una versión dialectal del
castellano. Por poner un ejemplo (en este caso real de mi niñez), es como si
Marcos dijera que Fortea dijo: No tajunto. Y Mateo dijera: No te
ajunto. Tantas veces dije la primera expresión para significar que no era
ya amigo de algún niño. Podría poner muchísimos más ejemplos. Es un cambio
totalmente similar al que hablamos: Eloi y Elí.