Yo, en
cuestión de revelaciones privadas, siempre suspendo juicio. Salvo en el caso de
María Valtorta. Las visiones de la vida de Jesús que tuvo las he leído cinco
veces y estoy en la sexta lectura.
El tema del
Aviso, por tanto, nunca ha suscitado en mí ninguna curiosidad ni interés. Ahora
bien, aunque no es doctrina bíblica, sí que podría circunscribirse en algunos
momentos del apocalipsis. Por ejemplo, hay un pasaje, Mateo 24, 30, en el que se
dice que se verá el signo (en griego, semeion) del Hijo del Hombre en
los cielos. ¿Aparecerá solo el signo o irá
acompañado de algún tipo de gracia espiritual para algunos?
Hay algún
otro pasaje bíblico que, de forma muy amplia, también podría aducirse como
apoyo de que lo extraordinario puede ir acompañado de alguna gracia que ilumine
al que lo ve. Por otra parte, el signo ya es en sí una especie de aviso, de
advertencia, de mensaje.
El Libro de
la Sabiduría ofrece alguna explicación adicional a las plagas de Egipto, de
cómo las tinieblas fueron acompañadas de signos que daban una interpretación
religiosa precisa a la plaga. Eso aparece en Sabiduría 17, 4-6 y 9. Puede verse
una exegesis larga de ese pasaje en el apéndice a mi novela sobre las plagas de
Egipto, titulada Cuando amanezca la ira, pg. 337.
Es decir,
como conclusión, la revelación privada del Gran Aviso no es bíblica, pero
tampoco es contraria al texto bíblico. Yo jamás predicaría acerca de ella. Pero
no me opongo a que, a nivel privado, alguien crea en ese aviso. Mi opinión: con
toda sinceridad, suspendo juicio. No es que no quiera dar mi opinión, no tengo
ninguna opinión ni a favor ni en contra.
Una añadidura más, ya que hablamos de revelaciones privadas. La obra de santa Hildegarda von Bingen está repleta de errores. Dado que está canonizada, no tengo la menor duda de que está en el cielo. Pero su obra está completamente recorrida por infinidad de errores objetivos.