Primero de todo, dentro del templo, solo colocaría los
restos una vez reducidos estos a huesos. Es decir, una vez que hayan pasado unos
diez años. Y esos restos los colocaría dentro de una urna que cerrara de forma
hermética. Dentro del templo, no puede haber ninguna fuente de contaminación. Si
el cuerpo es incinerado, la urna puede ser colocada de forma inmediata en el
sepulcro.
Segundo: Se pueden hacer arcas de madera y pintarlas
por fuera con representaciones románicas acerca del que esté enterrado dentro:
sea un laico, un sacerdote o un obispo. Me gustan mucho las arcas góticas
acabadas en un tejadito de doble agua. En cada arca pueden caber un mínimo de
seis personas, e incluso más.
Tercero: Esas arcas pueden ser colocadas en las
paredes de la catedral, en las capillas o en una cripta. Las criptas con nichos
que son rectángulos de mármol son espantosas. Sería mejor que los arquitectos
consultaran a algún creador de decorados de Hollywood antes que construir esos
espacios asépticos que me recuerdan a un aseo de hotel. Si entro en una cripta,
quiero sentir la sensación de entrar en una cripta gótica, no en un sótano de
un centro comercial.