En las últimas semanas, he tomado una nueva afición:
las sopas. Hoy estaba en la frutería escogiendo hortalizas con la misma
delectación y cuidado con que una mujer escogería bolsos o ropa.
Y es que una buena sopa minestrone o una buena sopa de
tomate o de cebolla pueden ser platos exquisitos. Y es que esas sopas en que
los sabores son naturales, el caldo espesito, sin colesterol y con pocas
calorías calientan el alma y el cuerpo en estos días tan fríos.
Post Data: Si algún obispo busca un buen cocinero, podría pensarlo a cambio de alguna prebenda o de alguna canonjía.