Todos vosotros sabéis lo
mucho que amo a los Estados Unidos. Pero, con tanta tristeza, veo que el
impacto del coronavirus allí va a ser muy superior al que soporta España o
Italia. No era lo mismo, en la II Guerra Mundial, que los hombres murieran
lejos, de un modo honorable; a que mueran a las puertas de las urgencias de los
hospitales; sobre las aceras de las calles de las grandes ciudades, a cierta
distancia de los centros de salud; una muerte en directo, delante de las
cámaras. No exagero, literalmente, muchas personas van a morir a la entrada de
los hospitales, asfixiadas, sin que se les permita ingresar si no tienen seguro
médico. Los hospitales no dispondrán de camas ni siquiera para dejarles morir en
el interior del recinto hospitalario. ¿La clase política no se da cuenta de lo
que va a significar eso?
Cuando hubo brutalidades
policiales, se produjeron graves motines raciales en los últimos años. Esto va
a ser mucho peor. No va a ser la muerte de un inocente a manos de un policía
desalmado, van a ser miles de muertes mientras la policía no permite entrar a
urgencias a los que han pagado sus cuotas médicas. Eso no hay nación que lo
resista.
Al final, no tengo la menor
duda, la policía será desbordada y tendrá que ser el ejército el que custodie
la entrada a las urgencias de los hospitales. Las imágenes que vamos a ver en
los medios van a ser espeluznantes. No es lo mismo vivir la pandemia (como en
Italia o España) con toda la nación unida porque sabe que los criterios sobre
la vida o la muerte los toman profesionales basados exclusivamente en criterios
médicos, a que los desfavorecidos estén convencidos de que se les está dejando
morir. Lo que va a calar como un grito incontenible es que los ricos viejos
pueden vivir, que los jóvenes pobres mueren.
Estoy seguro de que esta
pandemia va a significar un antes y un después para Estados Unidos. Después de
este tsunami, muchas cosas van a cambiar, pero para mal. El aumento de la
violencia, de la tensión social y racial, la pobreza en aumento: factores que
llevarán a abrazarse a un poder ejecutivo más fuerte, más incontestable. Muchos
jefes de Estado se van a volver mucho más autoritarios. La libertad va a
retroceder.
Estados Unidos, esa gran república de hombres libres, siempre confió para mantener la libertad en sus portaviones, en sus bases militares repartidas por el orbe, en su fuerza. Ahora vemos que si hubiera puesto más énfasis en la solidaridad, en el cuidado de las clases pobres, hubiera resistido mejor este impresionante golpe del que estoy seguro que su libertad saldrá profundamente agrietada y dañada.