sábado, abril 11, 2020

Añadidura al post de hoy


Estas líneas son un añadido a los comentarios a mi post anterior. Quizá ponga algo más al final del día. Tras leeros a todos, añadiría lo siguiente:

¿Dios está gritando al mundo algo con esta pandemia?

Eso es lo que está en juego. Pero ciertos argumentos no nos sirven, porque todos creemos en un Dios que es Padre y que nos ama con todas sus entrañas de Padre.


Es curioso, el santo padre sí que afirmó: No sé si se trata de la venganza de la naturaleza, pero ciertamente son las respuestas de la naturaleza. O sea, todo el mundo puede dar un mensaje, todo el mundo puede gritar. Parece que el único que no puede decir nada es Dios. Pero sí, Dios también puede gritar.

Nadie criticaría a un obispo que dijera que "la Naturaleza nos grita". Pero Dios, según esta concepción moderna, es el único que está obligado a callar y observar.
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Un lector de este blog escribía: Y si Dios nada dijera es como decir que la pandemia lo sorprendió tanto como a nosotros!!! Quién quiere un dios así??
Tienes toda la razón. Se escandalizan de un Dios que castiga. Pero, según su propia lógica, si Dios sabía lo que venía, ¿no era culpable por no avisarnos?

Se escandalizan de que una corrección caiga también sobre los inocentes. Pero no se escandalizan de que, por omisión, mueran los inocentes. El problema de una teología que no concluye, que no se cierra de una forma lógica, es que es como un asesinato mal hecho: “Nadie me ha visto”. Y después, en el juicio, se ve que te has dejado dos docenas de cabos sueltos.


El problema, lo repito, no es "también los inocentes", sino "todos los inocentes".
La teología de Tomás de Aquino les gustará o no les gustará, pero no dejaba cabos sueltos.

La teología no debe buscar ser popular o blanda o aterciopelada, lo que debe buscar es ser verdadera. 
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Un lector escribía esta frase profundísima: "Quien mejor sabe que Dios castiga es el diablo".
Tienes razón, toda la razón, Enric. 
Él sí que sabe la verdad acerca de esta cuestión teológica. El demonio sabe en carne propia la verdad acerca de esta polémica. En su cabeza sí que resuenan como una maldición los versículos de la Sagrada Escritura, los versículos del castigo.