viernes, abril 03, 2020

Así eran las afueras de Alcalá antes de la pandemia del covid



He leído la petición de Enric para mi novela sobre san Pablo. Sí, ese pasaje sobre la vida mística del apóstol será tratado en la novela, sin duda. Si tenéis más sugerencias, por favor, exponédmelas. Lo que más he buscado, durante la redacción, han sido buenos libros y artículos acerca de la demografía. La teología la conozco bien, pero es necesario (al hacer una pintura) saber cómo eran de grandes esas ciudades.

Por favor, dadme sugerencias para la novela. Mejor si al comienzo de vuestro comentario, ponéis “San Pablo”. Así me resulta más fácil encontrar las aportaciones.

Respecto a mi estado de salud. Después de una semana de fiebre, hoy, claramente, las mediciones han bajado con claridad. Solo cuatro décimas a las 3:00 de la tarde. Y por la mañana, al levantarme, por primera vez no tenía fiebre. Esto es un descenso significativo. Muchas gracias a todos.

Ayer llamé por teléfono a Lucía, la médica. Tiene una voz muy bonita. La entonación vasca siempre me ha resultado agradablemente suave y musical. Cosa que no puedo decir de mi tierra, que tiene un acento agreste y rudo.

Lo bueno de todo esto es que me he quedado en 78,5 kgs. Solo tengo un par de kilos cubriendo mi abdomen. Si bajo eso, me quedo como Brad Pitt.

Hoy, día de vigilia, he almorzado unos pimientos rellenos de marisco. Lo de “rellenos de marisco” suena muy bien, casi suena a lujo de las cocinas de Nerón. Pero se trata de unos congelados en los que, me imagino, que la mitad es harina. Aunque, eso sí, es una masa que mantenien un cierto recuerdo a algo parecido a una mezcla de mejillones con pescado. Al menos, los pimientos sí que eran pimientos. 

Tengo congelados para resistir entera la Guerra del 14. Y latas para sobrevivir parte del periodo de entreguerras; sobre todo, sardinas.