La foto es de las firmas y sellos de la constitución noruega de 1814. ♣
Desde hace años llevo
hablando del cambio de época que se avecina. (Parecía
que decía cosas contra el avance de la historia. Pero ahora vamos viendo los
dientes al lobo). Equivocado o no, era mi convicción de que los cambios
sociológicos acabarían alcanzando la suficiente masa crítica para cambiar el
régimen político del que disfrutamos en toda Europa. (Lenguaje
técnico para expresar verdades muy sencillas, bíblicas). Por decirlo de
un modo bíblico, la gran apostasía provocará un nuevo tipo de dictadura; que,
por supuesto, será rabiosamente antifascista.
El caso de Chile es todo
un presagio de lo que nos espera. (Lo que no me
esperaba es una carta magna tan tan chapucera). Una sociedad en la que
era impensable un cambio radical de tipo liberticida es ahora una de las piezas
que se ha situado cerca del borde, en ese punto en que caería del tablero.
La moda de cambiar la constitución está incendiando, una a una, progresivamente, las democracias de Hispanoamérica. Ahí tenemos el camino que seguirá Europa. El fruto va madurando y se va viendo los colores que va a ir adquiriendo. Igualdad, libertad, tolerancia, esa es la nueva divisa de los dictadores del siglo XXI.
Dada la irracionalidad
que rige en la propuesta de constitución de Boric (de
Boric, no del Pueblo), dada la conculcación de derechos tan impudorosa,
atacar a la Iglesia con futuras leyes ya sería como una conclusión lógica de
todo lo que dice la propuesta de constitución. Eso ya no sorprendería a nadie.