Una “habitante” de este
blog me envío este texto de Borges, titulado Los justos.
Un
hombre que cultiva su jardín, como quería Voltaire.
El
que agradece que en la tierra haya música.
El
que descubre con placer una etimología.
Dos
empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El
ceramista que premedita un color y una forma.
El
tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada.
Una
mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El
que acaricia a un animal dormido.
El
que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El
que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El
que prefiere que los otros tengan razón.
Esas
personas, que se ignoran, están salvando el mundo.
Este texto (sobre todo,
leído en la vejez) es de una singular belleza. Si, además, lo leemos con la voz
de Borges y con la forma de ser que tenía él y que está detrás de las palabras,
entonces todavía adquiere nuevos matices de bondad, de humildad, de amor sereno
a la vida.
También cabe una lectura teológica,
leerlo desde el Eclesiastés, como una reivindicación del valor intrínseco de lo
natural. Los cristianos muy devotos pueden olvidar que el mundo, en si mismo,
es bello; que hay bondad en el mundo incluso sin Jesucristo. Esta composición borgesiana
sería un texto perfecto para comenzar una conferencia acerca de cómo se
complementan lo natural y lo sobrenatural en este mundo, en nuestras vidas, en
la Humanidad.
♣ ♣ ♣
Borges, Borges… te
admiramos. Te leemos y releemos, te escuchamos, a sabiendas de que solo nos es
dado captar una parte de la inteligencia que hay detrás de cada libro tuyo. Nos
esforzamos al máximo, pero tus libros nos sobrepasan.
♣ ♣ ♣
Hoy he escuchado una
entrevista hecha a Borges. En ella afirma: Dios ve a cada hormiga de un modo
distinto. Cierto, cierto. Dios conoce la historia de cada hormiga y a cada
una de ellas le tiene cariño. La vio nacer, la vio crecer. La vio tomar
decisiones, esforzarse y descansar. No, no tiene alma. Pero para él cada una es
única. No le son indiferentes en conjunto, pero es que mira y ama a cada una
individualmente. Dios ama cada hormiga, cada flor que hay en el mundo, cada renacuajo,
cada humilde escarabajo.
Aquí está la entrevista: