Ayer, un lector me hizo
la siguiente pregunta:
Estimado padre Fortea:
Me gustaría preguntarle
sobre la novela El nombre de la rosa
de Umberto Eco. Entiendo que las páginas del libro que ocasionaba la muerte a
los monjes estaban tan pegadas unas con otras que tenían que mojar el dedo en
la lengua para dar vuelta a la página y seguir leyendo. Esa es la única
explicación que se da al respecto. Pero yo me pregunto cómo supo el asesino que
no les quedaba más remedio que hacer eso para así envenenar las páginas del
libro. ¿De verdad no había otra manera de dar la vuelta a todas las páginas sin
mojarse el dedo? Gracias. Saludos.
Como es una cuestión que,
a buen seguro, os interesa a muchos, os comparto lo que, en principio, fue una
respuesta solo para él:
Estimado X:
Tienes razón, ese un
punto débil de la obra. Por tres razones que se me ocurren al recibir tu email:
Primera:
Rara vez la gente se moja los dedos para pasar una hoja. El veneno no hubiera
afectado a todos los que leyeron el libro.
Segunda:
Si las esquinas y bordes de las páginas han sido impregnadas con una sustancia
(que no va a ser trasparente como el agua), las hojas estarían demasiado sucia
s como para llevarse los dedos a la boca tras tocarlas. Un veneno natural sería
demasiado visible y viscoso.
Tercera:
Los dedos se mojan para pasar una hoja de papel, pero eso no funciona con el
pergamino. La hoja de pergamino NO se pega al dedo si se moja. Con lo cual se
vuelve un gesto inútil.
Lo cierto es que no es realmente un fallo, la novela en más ocasiones admite cosas no reales como parte del juego que propone el autor. Por ejemplo, la deducción que hace fray Guillermo, al llegar a la abadía, de que el caballo del abad se ha escapado.
La
misma entera abadía es irreal en el sentido de que no había, en toda la
cristiandad, un monasterio como ese, tan impresionantemente maligno con
inquisidor majareta incluido.