Para nada quería escribir
este post, pero la parte de comentarios me ha obligado a leer distintos
artículos en la prensa más seria sobre la cuestión puesta sobre la mesa. Algún comentarista
ponía en cuestión que en Argentina no había democracia. Esa acusación la escuchamos
de los ciudadanos de casi todas las naciones, sea España o Brasil… pero es
falsa.
El hecho de que el Poder
Ejecutivo de Alberto Fernández abiertamente anunciara hace algo más de un mes
que no va a acatar una sentencia del Tribunal Supremo, no implica que ya no haya
democracia en Argentina.
Incluso si un presidente
y un congreso aprobaran una ley contra la independencia judicial, eso no
significaría ipso facto que ya no hay democracia en ese Estado. Si en
ese país sigue habiendo prensa libre y elecciones no fraudulentas, será posible
remover a los gobernantes y restablecer la independencia judicial. Recordemos
que en Hungría no existe separación de poderes representativo y legislativo, es
un sistema unicameral. No por eso deja de ser una democracia. Y no es el único
ejemplo de democracia con semejante concentración de poderes, el Reino Unido ha
sido otro ejemplo en el que el parlamento elegía al Primer Ministro y, al mismo
tiempo, tenía capacidad sin restricción para ejercer el poder legislativo,
poder que regula el funcionamiento del poder judicial.
Lo he dicho en pasado,
porque actualmente ya existe un Tribunal Constitucional. Y ese tribunal sí que
puede anular una decisión del parlamento. Pero el Reino Unido era una democracia
antes de la creación de ese tribunal, algo novedoso para la tradición británica.
Es cierto que si el Ejecutivo
de cualquier país empieza por no acatar las sentencias del poder judicial,
acabará por someterlo legalmente a su voluntad; será una mera cuestión de
tiempo. Y que si lo logra, acabará por atacar a la prensa libre hasta comprarla,
prohibirla o silenciarla. El último paso de toda esa evolución será lograr un
sistema electoral fraudulento.
Con todo esto no estoy
diciendo que no haya ataques graves o gravísimos contra la democracia en
Argentina, pero la muerte de la libertad no suele ser un acto tan rápido, tan
automático.
La democracia admite
grados de perfección. Pero repito que afirmar que en un país ya no hay
democracia no es aceptable mientras siga habiendo elecciones no fraudulentas
con una prensa independiente. Lo que el comentarista comentaba era una crisis
constitucional. Aun así, un presidente como Alberto Fernández que anuncia
públicamente que no acatará el fallo del Tribunal Supremo es un verdadero
peligro para sus ciudadanos. Alguien que hace eso daña la democracia terriblemente.
Lo que habrá que ver es si el daño es temporal y reversible. De momento hay
democracia en Argentina, pero Alberto Fernández le ha asestado un golpe de
consecuencias que solo el futuro nos dirá si se queda allí o sigue adelante.
Lo curioso es que ese
presidente fue profesor de Derecho Penal. Ya se ve que en las clases de Derecho
Constitucional debió quedarse dormido. Hay que tener cuidado, porque ese tipo
de siestas acaba provocando pesadillas. Terrores nocturnos de los que millones
de seres humanos no pueden despertar.