domingo, mayo 31, 2020

Rejouissance



Rayuela, es una de las mejores novelas del siglo XX. Grandiosa, literatura perfecta, literatura en estado puro. Ya lo advirtió Cortázar, puede leerse en diversas sucesiones de orden de capítulos. Pues bien, hoy he escuchado (por indicación de un experto en Bach) dos secuencias del Credo de Bach. Dos secuencias del mismo Credo, pero hay que escuchar una el Et incarnatus est y después el Et expecto resurrectionem mortuorum.

En la primera composición, Bach no hace música, está componiendo teología. Está traduciendo a música (a sentimientos) lo que supone la Encarnación. Es su adoración personal que se transforma en música. Es la adoración de un momento que anuncia (y comienza) toda la tragedia de Isaías y los otros profetas.

y después hay que escuchar la otra parte del Credo:

Es la virtud de la esperanza proclamada a los cuatro vientos en forma de música.

Pero esa misa nunca me entusiasmó. Bach es grandioso y colosal hasta en buena parte de sus obras menores. Pero no, la cima está en sus obras no vocales. Y quizá sea conveniente haberse asomado a esas dos obras para escuchar, por fin, a Bach siendo auténticamente Bach:

Es una obra acerca de la alegría de vivir. Rejouissance, alegría. Las ciudades de Estados Unidos, cuánta ira... España, se muere económicamente... Pero Bach, su música es una rejouissance.