domingo, mayo 17, 2020

Icono de san Lucas evangelista. A ver si él me ayuda en la redacción de mi libro.



En mi novela sobre san Pablo me he encontrado con un problema que ahora me va a costar arreglar, aunque lo voy a tener que hacer; no me va a quedar más remedio. En mi libro, el Evangelio de san Mateo llegaba a Antioquía unos meses después del Concilio de Jerusalén; concilio que sitúo en el año 48. El porqué de esas fechas, más o menos, sería mucho más largo de explicarlo. Pero mucho más largo. Los asuntos cronológicos son una pesadilla para esta novela.

Bien, en mi novela, así lo había dejado ya sentenciado. Pero, al escribir hoy que a san Pablo le enseñaban el rollo familiar (rollo físico) de la genealogía de Jesús (la que aparece en el Evangelio de san Mateo), me he hecho consciente de un pequeño problema.

En el plan general de la novela, el Evangelio de Lucas se escribía de forma independiente en Antioquía, unos años después del Evangelio de san Mateo. Y allí había otra genealogía porque se habían basado en otro rollo familiar, este situado en Galilea.

Ahora bien, ¿cómo es posible escribir un Evangelio independiente en Antioquía si Pablo y otros han ido al Concilio de Jerusalén en el año 49? Al saber de la redacción mateana, sin duda, hubieran detenido cualquier redacción antioquena hasta tener delante el otro texto y poder cotejarlo. Eso resulta evidente. No puede haber dos redacciones sobre el Evangelio en un tiempo cercano, pongamos dos o tres años, y publicarla sin antes cotejar la nueva con la antigua. Y más con un trasiego de personas entre Antioquía y Jerusalén.

La solución puede parecer tampoco puede ser retrasar la redacción lucana más años. Porque entonces damos todavía más posibilidades a que las noticias de la obra mateana estén presentes en Antioquía y, por lo tanto, se sienta más la necesidad de cotejar los dos textos y acoplar las redacciones, cosa que no se hizo.

Como veis, el problema es difícil de solucionar. Y se puede sintetizar de esta manera:
--Las redacciones mateana y lucana son independientes y sin cotejar los textos. La crítica textual resulta clara y probativa en este punto.
--¿Cómo es posible una redacción totalmente independiente si había trasiego de personas? Al menos, se hubieran puesto de acuerdo en ciertos detalles. Y no lo hicieron.

Soluciones no posibles
Si retraso la redacción de Lucas, el problema se agrava. Cuanto más tiempo pase, más posibilidades de que la existencia de la obra mateana llegue a Antioquía. En este sentido, y por las mismas razones, da lo mismo que retrase una redacción o adelante la otra. El resultado es el mismo.

La redacción no puede ser exactamente simultánea porque resulta claro que tardaron mucho en escribir los Evangelios. No voy a extenderme en este punto. Pero en mi novela el primer evangelio es redactado quince años después de la Resurrección. Es imposible que tarden tantos años y que después todo aparezca repentinamente en dos o tres años. Y tampoco eso resolvería el problema de no cotejar los textos.

Tampoco puedo poner la redacción del Evangelio de Lucas en un lugar incomunicado. Los Evangelios fueron redactados en grandes centros cristianos eso lo veo claro. Son una labor coral, muy meditada y contrastada. Para nada son una labor personal, solitaria, de un autor incomunicado. Fueron redacciones largas y muy consultadas.

Se vea como se vea, es un problema cómo arreglar esto. No menciono para nada el asunto de fuentes comunes primigenias que solo hacen que complicar más el asunto. Intento resolverlo desde un planteamiento lo más sencillo posible.

Umberto Eco, ora pro me.
Marguerite Yourcenar, ora pro me.
Marguerite Duras, ora pro me.
Leopoldo Alas, ora pro me. 
Robert Graves, ora pro me.
Borges magnificus et optimus, ora pro me.

No sé, voy a pedir la intercesión de san Juan Sebastián Bach también.