Bien, ya he aprendido una
cosa: el queso roquefort produce insomnio. No comí más allá del equivalente a
una cucharada sopera, pero he aprendido la lección.
Eso sí, y no lo digo en
broma, me puse a pensar en cómo hacer algunas reformas al sistema canónico del
que hablé ayer. Y no solo para las investigaciones por delitos, sino también
para articular un sistema de recursos administrativos. El sistema actual
funciona, pero es mejorable.
En cualquier caso, para
el que pudiera pensar otra cosa, en el tema de las investigaciones, yo no me
pongo de parte del clero. Lo importante es la verdad, la justicia, remediar el
daño cometido, remediar en la medida de lo posible.
La que sí que va a
investigar el polvo en todos los rincones es mi madre que ha llegado hoy por la
mañana. Eso sí que va a ser una auditoría de varios días. Yo hablo de
reestructuraciones canónicas, ella sí que me a reorganizar todo el contenido de
los armarios. Cuando me deja, la sensación de desorientación, en mi propia
casa, me dura varios días.
Su marido está ahora con
su móvil. Desde que descubrió cómo navegar en el teléfono, se ha vuelto más
silencioso que un gato. Siempre está mirando algo en su pantalla. “¿Qué miras?”,
le pregunto intrigado. “No, nada”, es la respuesta de siempre.