Hoy una interesante
conversación telefónica con un amigo de Washington, sobre el tema del pecado
original.
Después, otra
conversación con un profesor de universidad de Buenos Aires, sobre el
purgatorio.
Por la mañana, la alegría
de un ratito de charla con un musulmán marroquí en el hospital: ¡Creemos en el
único Dios, en el mismo Dios! Ha sido un placer hablar con él. Cuánta alegría
he visto en su rostro.
He almorzado un poco de
salmón con ajetes y unos cuadrados de chocolate de postre. He bebido un
gazpacho de dos tomates durante la comida. Y he tomado unos trocitos de queso
danés azúl.
Durante el almuerzo, he acabado
de ver el primer capítulo de una hora de duración que muestra Marruecos desde
el aire. Una preciosidad de documental. Nunca he estado en territorio marroquí,
pero qué belleza de pueblecitos atemporales, de ciudades ancladas en el tiempo.
Uno se sumergía en lo que debió ser aquel mundo norteafricano que ha ido
desapareciendo.
También he tenido una
larga conversación (una hora y cuarto) con una priora, acerca de cuestiones de
la vida religiosa y de la Iglesia.
Ha sido un día lleno de
interesantes conversaciones. Ahora ya es de noche. Cenaré y descansaré un rato.
Trabajaré una hora antes de irme a dormir.