martes, marzo 09, 2021

Me gustan las regalia

 

(Estas son las joyas de Baviera.) He escuchado, como todo el mundo, los extractos de la entrevista a Harry, el nieto de la reina Isabel II, y a su esposa. En un principio, no pensé decir ni una palabra por ser cosas del mundo. Pero después me di cuenta de que esa acción pública merece un juicio moral. Precisamente, por ser tan conocida esa entrevista, es conveniente decir algo sobre la licitud de lo dicho en esa entrevista que el día que la emitan en España no pienso escuchar, porque estos asuntos me parecen tediosos. No tengo el más mínimo interés en escuchar la entrevista, pero sí que puedo decir algo de si objetivamente es pecado o no.

El caso moral queda mucho más claro si imaginamos las mismas respuestas, exactamente las mismas, por parte del hijo de un actor o de un millonario o de un premio Nobel. Moralmente, estaría mal. No sería lícito.

La cuestión para mí como sacerdote no es si lo que cuentan sucedió o no. La cuestión es que un hijo o su nuera no pueden hacer eso a su abuela, a su padre o a sus familiares.

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Para comprender un poco más los aspectos morales de todo este asunto sobre el que tanto se va a hablar, hay que entender que Harry y Meghan tienen todo el derecho del mundo a trabajar y buscar su futuro fuera del ambiente de su familia. Pero si el trabajo presente y futuro va a ser criticar, eso no está bien. Vivir de la eterna crítica no es una forma digna de vivir: la entrevista, los comentarios a la entrevista, futuras entrevistas, etc.

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Alegan que de algún modo tenían que ganarse la vida. Pero Harry ha heredado de su madre 12 millones de euros y de su bisabuela (la reina madre), otros seis millones de euros.

¿Necesitaban esta venganza para ganarse la vida?

Después está el tema de cómo estaba usando Harry las fundaciones, tengo entendido que este fue el detonante de la Casa Real tomara drásticas medidas.

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A eso se añade (y lo anterior no es poco) que la entrevista no era un ejercicio espontáneo de desahogo, sino una venganza en que cada afirmación estaba perfectamente pensada, calculada y, finalmente, teatralizada. Ellos sabían qué decir, cómo decirlo, hasta dónde llegar, qué callar y qué afirmar. Venganza pura y dura.

¿Por qué hacer un juicio moral de este acto público? Pues porque tenemos la entrevista y tendremos los futuros intentos de la parejita por “reconciliarse” (intentos que serán revelados convenientemente), los comentarios a los intentos de acercarse, etc., etc. Esto es un serial que solo acaba de comenzar. Esto es un trabajo, un modo de vida. ¿18 millones de euros no eran suficientes para vivir? No, no he visto un solo atisbo de nobleza en los que quisieron seguir su propio destino. Al revés, todo parece que se alejaron para seguir viviendo toda la vida de las supuestas ofensas de la Familia Real.

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Pero pienso que, hasta egoístamente, fue una pésima decisión. Alguien les debió convencer de que ganarían mucho más fuera del entorno de la familia, sin las cadenas que les imponía ser parte de ese ambiente. Craso error. La comercialización de productos y la venta de exclusivas nunca les va a reportar tanto dinero como haber permanecido en ese ambiente. Ya veremos cómo acaba toda historia que ha comenzado tan mal.

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Post Data: No he visto ni un trocito de la serie The Crown.

Lo que más me gusta de la monarquía británica son sus sandwiches de pepino.

Yo desaconsejé a Isabel II, cuando me llamó, este matrimonio para su nieto. Escoja a una supernumeraria. (...) ¡Que no, que a la larga es lo mejor! (...) Se va a pasar años repitiéndole a Charles: “Pues, ciertamente, que hubiera sido mejor hacer caso a ese cura católico”.