El post de ayer provocó muy
graciosos comentarios. Un argentino escribió:
Padre, entonces en
épocas de elecciones se llena usted de pan. ¡Ja, ja, ja! Bendecido día, querido
padre.
A lo que respondí:
Mi barriguita es
deudora de tanta neutralidad estricta.
Un mexicano escribió:
Buen post , pero
cuando habla de "pásame el PAN" no se referirá al Partido Acción
Nacional (PAN). Ja, ja, ja, ja.
Otro comentarista comentó con toda
razón:
¿Y qué sucede con los
Diáconos, que son Clérigos! Ellos están inmersos en el “mundo libre” de los laicos.
¿Tendrán ellos más espacio para intervenir y opinar de Política, en razón de su
profesión?
Sí, he dicho “clérigos” consciente
de que incluía a los tres órdenes. Como norma no se ordena como diácono
permanente a un político en ejercicio.
No voy a comentar, por no alargarme,
otros comentarios más serios. Tiene razón Pablo al citar el pasaje de Lucas en
que Jesucristo llama zorro a Herodes de un modo lleno de desprecio. El pasaje
expresa desprecio y no es un comentario solo con los más íntimos. Sí, la
neutralidad tiene sus límites. La enseñanza es clara. Y así han obrado los
buenos obispos a lo largo de los siglos, bajo reinos e imperios.
..........................
Pero yendo a otra cuestión:
¿realmente hay alguna acción política que no entre dentro del campo de la moral?
¿Realmente hay alguna acción que no merezca un juicio moral? La respuesta es
no.
Incluso si un gobernante decide construir
un puente aquí en vez de allí, puede hacerlo por razones más o menos rectas, o
totalmente torcidas.
Aumentar el presupuesto de una
partida en vez de otra puede ser un acto inmoral. Los ejemplos se
multiplicarían hasta el infinito: algunos muy sutiles, pero que merecerían
juicios morales muy duros. Detrás de cualquier decisión aparentemente técnica,
el gobernante puede buscar su propio bien frente al bien común. En otras ocasiones
el buen gobernante toma una decisión que no es la más justa, pero que es la más
adecuada para mantener el Poder y seguir pudiendo hacer el bien.
¿Los pastores tendrían que
fiscalizar todo y dar su juicio sobre todo? La respuesta es no. Estrictamente
hablando, todo tiene una valoración moral. Lo mismo que hay una valoración técnica,
la hay también moral.
Ahora bien, el juicio moral de un
pastor se reserva solo para aquellos casos en los que la objetividad del juicio y la gravedad del caso merezcan la intervención. E incluso
en esos casos la intervención del pastor está sujeta a la prudencia.
Este último factor siempre será
discutible. Unos acusarán al obispo, a la conferencia episcopal, al papa, de ser
cobardes, de no ser un Juan Bautista. Otros les acusarán de hacer declaraciones
para quedar bien ante la historia a costa del sufrimiento de los “peones” en
ese ajedrez.
En verdad que hay casos en los que
la prudencia claramente aconseja hablar y otros en los que aconseja callar. En medio
hay muchos casos en los que es dudoso qué sea lo más adecuado. Detrás de lo más
“adecuado” siempre hay sufrimiento de personas concretas: curas encarcelados,
católicos célebres sobre los que cae la represalia.
Por eso siempre será inaceptable cuando
cualquier laico desde un blog ataque a los pastores con acritud, con rabia,
acusándoles de cobardes. Hay que dar un voto de confianza a los obispos que lógicamente
tienen más información, que han llevado a la oración qué hacer en las circunstancias
graves. Normalmente ese tipo de laicos denunciadores que levantan su dedo
contra los obispos tendrán que dar cuenta en un juicio que no es de este mundo
y llorarán amargamente sus faltas. Creen ser profetas y solo dañan al rebaño
atacando a los pastores.