Hoy mi
intención era castigaros con alguno de mis posts sobre las lecturas que había
hecho durante la mañana o algo similar de tipo plúmbeo. Pero ha saltado una
noticia que no puedo dejar de comentar. Me refiero, cómo no, al “desmentido”, “comentario”,
“aclaración” o como se quiera llamar que ha hecho monseñor Ganswein sobre el
libro del cardenal Sarah.
Que este
tipo de triquiñuelas cardenalicias sucedan en las alturas, restituye mi
confianza en la naturaleza humana. Es decir, detrás del rostro serio, aséptico
y algo robótico de algunos purpurados se esconden los mismos dimes y diretes
que entre un párroco nuevo, el coadjutor insatisfecho y el párroco jubilado que
le ha dado por jubilarse en el pueblo. Este tipo de asuntos me encantan. Es como
lo de don Camilo y don Pepone, pero en versión vaticana.
Tengo cariño
por el cardenal Sarah, pero las posibilidades de que esto le saliera bien eran
0 (cero). El proyecto de que el papa emérito apareciera como coautor era como
una diligencia enfilada al precipicio y perseguida por los indios. Por los
indios y por la caballería, en este caso unidos.
Todos han
sido muy amables. Sí, estoy seguro que ha sido un malentendu. No tengo
la menor duda de que el purpurado no se dio cuenta de la portada y que el
nombre del papa aparecía en la portada. El mismo título del libro, Desde las
profundidades de nuestros corazones, era otro malentendido. Todo ha sido un
malentendido sin malicia. Pero la próxima vez que planee el atraco a un banco
le sugiero que me consulte para pergeñar un plan comme il faut que evite
malentendues.
Porque esto
ha sido como si cuando Hitler invadió Checoslovaquia hubiera salido un titular
diciendo: “No ha sido una invasión, ha sido ein Missverständnis (un
malentendido)”.
Por favor,
una última sugerencia. Eminencia, si publica un libro, yo le hago gratis la
portada. Porque la portada de la editorial Fayard es de las que no se ven desde
los años 30. No bromeo, ni sabía que se seguían haciendo portadas así.
Como no
sabía que foto poner, he puesto el retrato de una monja. En cualquier otra
imagen, hubierais buscado segundas o terceras intenciones.