La tortilla de patatas me ha vencido. Ya tenía la
sospecha de que su aparente sencillez escondía una receta con muchos trucos. En
serio, no tengo intención de repetir. Me siento derrotado. A partir de ahora,
solo la consumiré en su estado natural, es decir, cocinada por mi madre.
He escuchado a la ministra (y a otros de izquierdas) sobre
el tema de los derechos de los padres respecto a los hijos —o mejor dicho, de
la falta de derechos sobre los hijos— y no pienso perder tiempo en comentar sus
fascismos.
He dicho “ministra” porque no sé de qué es ministra la
tal Celaá. Creo que es ministra de la inquisición. De verdad, no bromeo, he
visto camaradas-comisarios al servicio de los soviets con caras más humanas que
esta robespierre.