sábado, agosto 22, 2020

Jefes de Estado y las gárgolas

 

Hoy he ido al supermercado y he comprado dos tipos de algas. Ahora comprendo por qué la pizza es tan popular o el chocolate; y, sin embargo, nadie mataría por una ensalada de algas. Voy a ver si las congelo y las voy liquidando poco a poco.

En la sección de carnes, me ha dado un ataque de tos. He recibido varias miradas de reprobación. Lo siento. ¿Es que ya no se puede toser sin que piensen que les vas a contagiar algo?

Me he comprado zapatillas de deporte negras. Hace años que descubrí que nada es más cómodo que las zapatillas de deporte y, en vez de zapatos, uso eso debajo de la sotana o con el clergyman. Me gustan, sobre todo, las que, cuando estás sentado, puedes sacártelas debajo de la mesa y volvértelas a poner sin que nadie se entere. Por eso, me las compro amplias.

He soñado que, como los jóvenes, iba corriendo por las azoteas de los edificios. Hasta que he llegado a un lugar alto del que ya no sabía como bajar. Me apoyaba en las cajas de los aparatos de aire acondicionados, pero se hundían bajo mi peso. Allí ha acabado el sueño. No os preocupéis, de momento, no pienso hacer ese tipo de ejercicios de riesgo.

El principal opositor de Putin está en coma. No tengo ninguna duda de que la culpa la tendrá alguna avispa africana o la alergia a los mejillones. Es como el caso del fiscal Nisman que investigaba a Cristina Fernández. ¿Cómo alguien ha podido dudar de alguien tan honesta como la viuda de Kirchner? Seguro que se murió el fiscal por indigestión o apendicitis mal curado. Me parece tan mal que la gente tenga dudas de Kirchner, Putin o Kin Jon-un. Ah, sí, su hermano (el del último), otra picadura de avispa.

Calígula: Oye, ¿te has dado cuenta de que últimamente han muerto demasiados familiares míos?

Claudio: Oh, ¿really?