Sigo con el tema de ayer.
—La catedral debe estar
pensada para estar iluminada solo y exclusivamente por luz
natural hasta que se acerque el final del día.
—El agua de lluvia del
techo se puede canalizar para que un pequeño número de gárgolas
(reunidas en un pequeño trecho) arrojen un impresionante flujo de agua.
Y colocar esas gárgolas en un lugar donde la gente las pueda ver sin mojarse,
por ejemplo, en un claustro.
—No debe haber un gran
número de confesionarios tan dispersos como
vacíos de manera que los penitentes vayan buscando (infructuosamente) en donde puede
haber algún sacerdote; comprobando que no hay ninguno. Debe haber un
confesionario muy bello en un lugar claro, donde siempre haya un confesor
dentro de él a las horas marcadas. Después puede haber todos los confesionarios
menores que quieran. Lo mejor es que ese “confesionario mayor” esté en un marco
arquitectónico óptimo ya pensado desde el principio.
—Si la catedral va a
recibir muchas visitas turísticas, la mitad debe
ser visitable y la otra mitad debe reservarse para la oración. Bien con un
corte longitudinal o axial. Si las dos partes fueran dignas de verse, se puede
cambiar de mitad cada semana o cada mes. eso no significa que no se pueda orar
en la parte visitable. Pero, en la parte dedicada a la oración, el ojo
experimentado de los guardianes de la catedral sabrá a quién dejar pasar y a
quién no.
—No
hace falta gastarse una millonada en campanas.
Hoy día los medios para reproducir con perfecta calidad los mejores sonidos de
campanas catedralicias son impresionantes. Mejor las campanas. Pero, dado lo
que cuestan, buenas son tortas cuando no hay pan.
—Habrá una capilla que
tenga un ventanal pensado para que a una hora determinada del día un haz de luz se dibuje con nitidez en la penumbra y
caiga sobre la custodia. En esa capilla, el altar puede ser de madera (por
ejemplo, en estilo neorrománico) para que pueda moverse ligeramente cada
semana. De manera, que el haz de luz incida en la custodia a pesar del movimiento
de la tierra que provoca variaciones en el lugar donde cae. La disposición de
los veinte o treinta asientos individuales tendrá siempre ese altar en el
centro.