Ya
estoy enfrascado en la novela sobre el exilio babilónico. Como mi novela sobre
las plagas de Egipto comenzaba con una larga descripción del palacio faraónico de
Tebas, pensaba dedicar tiempo a describir el palacio babilónico de
Nabucodonosor. Todo lo estético lo tengo claro, pero me hubiera gustado destacar
los elementos específicos de ese micromundo que era el palacio de Babilonia frente al faraónico.
El problema con el que me encuentro es que me da la sensación de que los dos
tipos de atmósferas palaciegas eran muy
similares. Repito que la
estética de cada uno sí que la tengo clara, pero la
atmósfera, el ambiente, la organización,
parece que evolucionaron de forma muy paralela.
Sobre
esto he consultado a una profesora de Historia Antigua, con la que coincidí en
un congreso, y no he logrado muchos elementos que me resulten valiosos para mi
novela.
Lo
que sí que me da la sensación (de momento no tengo datos) es que la población del reino de Judá había disminuido mucho desde bastante antes del
exilio. La impresión que tengo es de que la Jerusalén de tiempos del penúltimo
rey judío era una ciudad de unos diez mil habitantes.
También
me resulta complicado entender cómo era posible tomar una ciudad bien amurallada con
una cantidad razonable de defensores. Resulta claro que las ciudades eran tomadas. Pero con
los medios de esa época cada vez me parece más difícil cómo lo conseguían si la
ciudad estaba en lo alto de una montaña, como es el caso de Jerusalén.
Otra
curiosidad no satisfecha todavía era si los judíos previos al exilio, los de
una generación antes de los profetas mayores y menores esperaban un mesías, o
todavía no. Me da la sensación de que no, pero no excluyo que la idea pululara.