lunes, noviembre 30, 2020

Una parábola (no sabemos ni siquiera si es una parábola) que no parece ir a ninguna parte

 

Kung con tono de profesor de Friburgo le dijo a Viganó: En el desierto surgen los espejismos por la imperiosa necesidad de obtener lo que se desea.

Viganó con tono avinagrado: La lámpara (mediática) es real y la froto cada vez que quiero.

Lefevbre con tono sarcástico: ¿Crees que frotando esa lámpara saldremos de este desierto (postconciliar)?

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Kung, de nuevo, con tono de profesor, le dijo a Lefevbre: ¿Se trata de un león literal o simbólico?

Viganó añadió con tono mordaz, pues Lefevbre había sido áspero con él: ¿Inofensivo o peligroso? ¿León ortodoxo o heterodoxo? ¿Tradicional o progresita? ¿Se trata de un león preconciliar? ¿Es el Leon de Narnia?

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Lefevbre respondió a todos: Como compañeros de viaje sois de lo que no hay. No nos vamos a poner de acuerdo ni aunque caminemos por aquí cuarenta años.

Viganó: Es que lo primero que hay que hacer es decidir si el consenso en sí es un bien.

Kung: Querido hermano Viganó, déjate de lámparas y desmitologízate. ¿Qué crees que va a salir de esa lámpara? ¿El espiritu de las últimas navidades de Disney?

Lefevbre: A lo mejor le sale Torquemada.

Kung: Menudos compañeros. Uno que cree en la lámpara de las mil y una noches cismáticas. Y otro que cree ser el león de la tradición.

De pronto el león se arrojó sobre Kung y lo devoró. Viganó y Lefevbre corrían con todas sus fuerzas.

Sin resuello, Viganó le riñó a su compañero: ¡Tenías que haberle insistido más en que se trataba de un león real!

Lefevbre miró atrás y vio a Kung, inequívocamente, devorado por la metáfora. Al parecer, no había desmitologizado lo suficiente.

To be continued.