Ante todo... ¡soy un hombre de paz! Mi verdadero
deseo, mi más íntimo deseo, es retirarme a España para vivir como un jubilado
más, en una pequeña mansión, con un pequeño yate. (Aplausos).
Amo Rusia, ¡la amo!, pero ya estoy un poco harto de
estos inviernos. Estoy seguro, lo he visto con mis ojos, que en España no hace
tanto frío y, además, hay sol.
Soy un hombre de paz y quiero vivir de un modo
tranquilo mis últimos años. Ojalá que no tenga que matar allí a ningún lugareño
durante la mudanza.
Millones de dólares en cuentas aquí y allá, ¡no! Yo lo
único que necesito es sol, una playa, una hamaca. (Más aplausos que antes todavía).
Que yo vaya a España no significa que tenga que
invadirla... —mira a la audiencia—. A no ser que me obliguen a ello –algunos le
vitorean y, asintiendo con la cabeza, comentan por lo bajo: “Es
un hombre de paz. Es un hombre de paz”.
Vosotros me queréis. Pero algunos me critican –hace una
pausa dramática—. Es como un video occidental que vi de un joven borracho por
el alcohol. El joven decía: Si saben cómo me pongo, ¿para qué me invitan?
Y yo os digo, ebrio de Poder: Si saben cómo me pongo, ¿para qué me votáis?
(Aplausos, más aplausos. El rugido de los tanques que se ponen en marcha de nuevo).