Fe de erratas. Ayer me equivoqué. La película de la
que hablaba no era La novia de Frankenstein, sino El jovencito
Frankenstein.
Una comentarista comentaba que en cuanto comenzó a ver
el vídeo de tomas falsas (el de ayer) ya se estaba riendo. Hoy tras leer el
comentario hoy, lo comencé a ver y me pasó lo mismo. Y es que hay películas que
intentan hacernos reír y no lo consiguen por más que se esfuerzan, por más que
usan todos los recursos disponibles, sin resultado. Y hay otras películas que son
tronchantes incluso para los mismos actores.
Hacer reír, qué tarea tan buena, que labor tan
beneficiosa.
Dios ha concedido que algunos, desde la noche de los
tiempos, tuvieran ingenio para hacer reír porque quería que sus hijos disfrutasen
pequeños momentos de felicidad, de descanso, de alegría. Y es cierto que
algunos tienen arte e ingenio para lograr eso.
Es cierto que puede haber una risa malsana, la que
procede de un humor hiriente. Hay bromas que van contra la caridad, contra el
buen gusto. Hay “risas malas”. Pero hay otras risas que son sanas, inocentes,
que son salud para el ánimo.
Aquí os dejo esto para que paséis de la teoría a la
práctica: