Hoy he acabado de ver El
hombre de las mil caras (2016). Esta película del director Alberto Rodríguez es la
tercera vez que la veo en cinco años. Creo que con eso está dicho todo.
Es una película óptima,
cine de verdad. Es una historia de espías. Y no voy a exagerar: es la mejor película de espías que conozco. Si hay
algo difícil de filmar con realismo es, precisamente, ese género. Rodríguez lo
consigue de un modo genial. Hay verdadero genio en su forma de filmar. No en
vano es el director de La isla mínima. Para cualquier cinéfilo ese
título es imprescindible. Una de las mejores cintas españolas desde el año
2000.
Pero volviendo a El
hombre de las mil caras, si alguien quiere conocer, de verdad, una historia
de espías, lo puede hacer en esa película. Lo demás son fantasías. Mientras que
esta historia es real y contada de un modo magistral. Además, estamos ante una
narrativa elegante. Contar una historia con elegancia, algo que desean hacer
infinidad de directores, pero que muy pocos consiguen.
Os pongo un trailer de la
película:
https://www.youtube.com/watch?time_continue=25&v=wTqsaZ79xk8&feature=emb_logo
La redacción de “Cine con
Ñ” escribía de ella:
Si se hace una película entretenida al estilo americano se
necesita más intensidad, más acción, más localizaciones, más planos y, sobre
todo, unos diálogos mucho más ingeniosos.
Precisamente, ese es el
saber hacer del director: ahorrarnos más acción, más ingenio de teatro, más
intensidad falsa. La historia es la que es, y en esa sobriedad está la maestría
que se logra con los años. La misma redacción añadía este comentario:
Paesa posee una astucia sin igual, ¿por qué no se nota en su
forma de hablar?
Pues porque las personas
más inteligentes, y ya no digamos las más astutas, no hacen alarde de ello;
precisamente a los astutos es a los que menos se les nota esa característica.
Le estáis criticando al director lo que es una magnífica virtud de su obra.