miércoles, mayo 11, 2022

No me digáis que no es tierna


Fe de erratas. Ayer me equivoqué. La película de la que hablaba no era La novia de Frankenstein, sino El jovencito Frankenstein.

Una comentarista comentaba que en cuanto comenzó a ver el vídeo de tomas falsas (el de ayer) ya se estaba riendo. Hoy tras leer el comentario hoy, lo comencé a ver y me pasó lo mismo. Y es que hay películas que intentan hacernos reír y no lo consiguen por más que se esfuerzan, por más que usan todos los recursos disponibles, sin resultado. Y hay otras películas que son tronchantes incluso para los mismos actores.

Hacer reír, qué tarea tan buena, que labor tan beneficiosa.

Dios ha concedido que algunos, desde la noche de los tiempos, tuvieran ingenio para hacer reír porque quería que sus hijos disfrutasen pequeños momentos de felicidad, de descanso, de alegría. Y es cierto que algunos tienen arte e ingenio para lograr eso.

Es cierto que puede haber una risa malsana, la que procede de un humor hiriente. Hay bromas que van contra la caridad, contra el buen gusto. Hay “risas malas”. Pero hay otras risas que son sanas, inocentes, que son salud para el ánimo.

Aquí os dejo esto para que paséis de la teoría a la práctica:

https://www.youtube.com/watch?v=LjyBs6vb0Jk